"Si pensamos en la parte de las grandes lecturas que debemos a la Escuela, a
la Crítica, a todas las formas de publicidad, o, por el contrario, al amigo, al
amante, al compañero de clase, o a veces incluso a la familia -cuando no coloca los libros en el estante de la educación-, el resultado es claro: las cosas más hermosas que hemos leído se las debemos casi siempre a un ser querido. Y a un ser querido será el primero a quien hablemos de ellas. Quizá, justamente, porque lo típico del sentimiento, al igual que del deseo de leer, consiste en preferir. Amar, a fin de cuentas, es regalar nuestras preferencias a los que preferimos. Y estos repartos pueblan la invisible ciudadela de nuestra libertad. Estamos habitados por libros y por amigos.
Cuando un ser querido nos da a leer un libro, le buscamos en un principio a
él en sus líneas, sus gustos, las razones que le han llevado a colocarnos ese
libro en las manos, las señales de una fraternidad. Después el texto nos domina y olvidamos al que nos ha sumido en él; en eso consiste, justamente, la fuerza
de una obra, ¡barrer también esa contingencia!"
Como una novela, Daniel Pennac
Perdón por la distribución de las líneas en el comentario. Por más que he intentado colocarlo seguido, me ha quedado así.
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