30 de abril de 2012

La música de R.

No escuchaba a Silvio Rodríguez desde hace años. Pero Ismael Serrano, con su "Vine del Norte", me lo ha traído de nuevo. También M., con su postal de Chagall, que es pura Carmen, aunque ninguno de los tres lo sepan, ni Chagall, ni M. ni Carmen. Por cierto, el otro día daba una clase sobre arte español de la primera mitad del siglo XX y uno de mis alumnos se llamaba Chagall. Fue hermoso pedirle que interpretara una imagen de Picasso: el horror de la guerra y el alivio de su paloma en labios de otro artista, o el reflejo nominal de otro artista.



Este fin de semana he agarrado un catarro de los que te atan a la cama. Pero no me he permitido atarme a la cama porque el deber me llama. Mis alumnos me reclaman estos días más que nunca porque necesitan practicar su español para los exámenes de verano. Están todos aprobadísimos en el oral, pero la perfección inglesa les hace seguir esforzándose y repasando, quieren ser los mejores. Y eso les honra, les da un valor especial.

Uno de mis alumnos con ese valor especial es R. Es mitad inglés, mitad chileno y cuando habla de su tierra materna, la que le da esa sangre revolucionaria -contenida- que le caracteriza, siempre se le escapan palabras chilenas, reflejo absoluto de una madre que adivino sabia y bella a partes iguales. Además de hablar de su mamá o de la polerita, con la belleza del diminutivo hispanoamericano que él aún no sabe que es más de uso femenino -¡divina sociolingüística y divinas reglas con excepción!-, habla de los pacos y del pisco. Yo, que creí haber dejado olvidados todos mis americanismos en el rincón de la memoria donde quedará para siempre el aula P9 del palacio de Anaya y el profesor José Antonio Bartol, revivo con R. la maravilla del acento suave del fin del mundo. Exactamente igual que cuando Mario me habla en su argentino anglosajonado sobre las fotografías en modo "Inception" que captamos cerca de Preciados cuando estuve en España. 



El acento de R. es lo que yo llamo la música de R., porque con su fonética y su semántica he vuelto a Serrano cantándole a la bella capital chilena, he recordado a Nahikari y nuestras conversaciones-canciones serranistas, reescucho a Silvio Rodríguez que siempre será el maestro. Y pienso en la revolución: en la revolución de las palabras, en la de la música, en la de la juventud, en la de los días de lluvia, en la de la fiebre que se me ha agarrado y me mantiene espabilada. Espabilada en esa realidad febril que es como la de la duermevela, como la de la música y el recuerdo.

28 de abril de 2012

Espera


A veces la espera cansa, oprime, nos desvela. También la espera, como el propio nombre dice, contiene dosis de positividad, de cambio y evolución. Dicen los viejos dichos que "quien espera, desespera", pero yo no estoy del todo de acuerdo con ese refrán. Quien espera, aprende, está atenta a otras realidades, vive con los ojos más abiertos, más expectantes, hace fotos que dicen más acerca de la persona misma, contempla a los demás de otra manera, ve la belleza en todo, porque está en el camino hasta el encuentro.

Mientras espero, Londres me regala visitas, flores, soles, lluvias, nubes, arcoiris, tardes de risas, tardes de pub en buena compañía, momentos de lectura y de reflexión, sonrisas, llantos. En la espera está la vida. Después de la espera, sigue estando la vida. 


Que la espera no te impida vivir.







26 de abril de 2012

Inspiración

Ayer llegué al blog de Víctor Balcells, vi esto y me gustó mucho. Espero que también a ti te guste. Ahora que he cerrado mi cuenta de Facebook durante unos días, quizás semanas -¿para siempre?-, mi forma de compartir lo que veo y me gusta es por aquí. Sé que aquí llega mucha menos gente que la que tenía acceso a mi cuenta de Facebook, pero también sé que probablemente los que hayan llegado hasta aquí se acerquen a leer a Víctor.

Es una entrada sencilla. Pero inspiracional. Una cama, Keats, los aviones y los árboles. ¿Quién le pide más a la poesía?

Los bancos, como los blogs, lugares donde asomarse a la inspiración

25 de abril de 2012

En-cuent[r]os (4), 4 años encontrándonos



Si me hubieran preguntado hace cuatro años qué estaría haciendo cuatro años después, ni por asomo se me habría ocurrido pensar que estaría pensando en la misma persona, emocionándome con los mismos claveles y hablando en otro idioma. 

Joven madrileño haciéndose conocedor del mundo
Estoy en el laboratorio de idiomas del colegio donde trabajo, vigilando que los chicos preparen sus orales de francés. Nos sonreímos. Ellos quizás no sepan que yo soy la lectora de español y que en ese idioma le escribo al mundo, al pequeño mundo creado y recreado en este rincón de la web durante cuatro años. Aquí nadie dice ni mú en portugués, ¡ese gran olvidado! No se recuerdan revoluciones pacíficas y, por supuesto, nadie celebra el aniversario de este rincón. Ese es solo un lujo -un en-cuent[r]o, de los nuestros- que sólo reservo para ti. Aquí la única revolución que funciona es la del conocimiento. Lo digo porque los chavales estudian agobiadísimos para sus exámenes, en estos días. Un conocimiento que es parcial, claro. Hoy me estreno como profesora de historia de España en inglés; el gran reto. En mi mano está hacerles también a ellos conocedores de nuestro pasado y que el conocimiento se globalice un poco, que no quede anclado a lo estrictamente anglosajón.

Así que aquí estoy, cuatro años más tarde, encontrándome con mi pasado, con el pasado de mi país y con el futuro del mundo: internet y estos alumnos que se van haciendo conocedores, espero que también de revoluciones no violentas, de claveles voladores. Casi cuarenta años después. 

Anciano inglés divisando el futuro
Creo que eso es lo que el mundo vuelve a necesitar, más primaveras árabes, más 15Ms, más claveles, más cuentos, más historias que nos ilusionen, el cambio que todos esperamos.

El año que viene cumpliremos cinco años. Estoy segura de que aquí seguiremos, tú quizás vengas a leerme por primera vez, otros serán los de siempre, pero estaremos, sin duda, encontrándonos, en lo esencial y en lo que cambia, en la verdad, en la esperanza, en la libertad... en las palabras.

Gracias por hacer posible las cuarenta y ocho mil y pico visitas. 
Gracias por hacerme crecer.
Gracias, simplemente, por seguir ahí.




23 de abril de 2012

En-cuent[r]os (3)


El verdadero encuentro, el real, es el de los libros. 
Feliz vida de los libros.

23 de abril

21 de abril de 2012

En-cuent[r]os (2)






Abre o cierra las puertas que quedaron entreabiertas, pero procura no mantenerlas mucho tiempo así.

20 de abril de 2012

No estudies
No te alimentes
No salgas al campo -que queda poco-
No eduques a tus hijos en valores positivos
No enfermes
No busques trabajo
No vayas al cine
No leas
No aprendas de los errores del pasado
No seas elegante
No viajes
No te ilusiones
No seas un visionario
No seas utópico
No creas en un futuro mejor

Estas son las consignas del gobierno de españa. 

Y así, poco a poco, españa se vuelve chiquita, chiquita, chiquita... hasta que desaparezca devorada por un águila bicéfala o una bandada de gaviotas asesinas.

19 de abril de 2012

Saramago, el escritor


Saramago ya era Premio Nobel cuando una ministra de cultura lo confundió con una pintora. Por entonces yo todavía estaba en el instituto y uno de sus libros daba vueltas por casa, La caverna. Nuestra profesora de filosofía nos lo recomendaría años después. Yo leí solo dos páginas de aquel libro y lo devolví a la estantería. Pensé que era difícil, o aburrido, o pesado. No me acuerdo ya. La caverna permanece intocado y en cierto modo, también un poco indómito. Algún día me acercaré a él con otros ojos.

Hace un año y diez meses que Saramago murió. Luto peninsular. De Saramago me habían hablado mucho Yolanda y Víctor. Yolanda desde la perspectiva literaria y Víctor desde la perspectiva social del autor. Fue Víctor quien me había relatado aquella utopía saramaguiana de crear una nación ibérica, uniendo a los hermanos durante tantos años indiferentes el uno del otro. Hace diez meses, aún no había leído nada de Saramago. Fue el luto peninsular y la insistencia de Yolanda los que me hicieron que entrara despacito en él, como quien entra en un templo budista: con respeto y sin saber muy bien qué se va a encontrar. Empecé en septiembre con su Ensayo sobre la ceguera y seguí poco a poco con el fascinante viaje de un animal que va a acabar convirtiéndose en emblema republicano o antimonárquico, el elefante. Durante la Semana Santa le hinqué el diente al Evangelio según Jesucristo, muy apropiado para el momento, y ahora leo a ratos una novelita deliciosa que se llama Caín. Creo que me he enganchado a Saramago. Y no estoy segura de si es su prosa, su estilo, o simplemente lo que dice lo que me tiene envuelta en una especie de adicción sana. Leo a Saramago lentamente, pero con constancia. Lentamente, como lo leo todo. Con constancia, porque no quiero abandonarlo, su compañía me enseña quien soy. ¡Vaya visionario de la humanidad!

Ahora, muchos años después de aquella garrafal confusión de la ministra de cultura, siento indignación. Porque no conociera al Premio Nobel, que había sido nombrado escasas semanas antes de que le preguntaran por él. Porque no reconociera el nombre de tal brillante escritor, ella, ministra de cultura. Indignación, sobre todo, porque casi quince años después, la cultura, la literatura, el teatro, el cine, las artes en general, parece que siguen siendo ajenas a esos que ostentan el poder. O quizás solo sea esa cultura, la que nos hace pensar, la que desterraron hace años de nuestro país los que nos querían analfabetos, incultos, devoradores de basura. Los que quisieron devolvérnosla ahora están en la sombra. Y los que tienen el poder, ahora sólo se ocupan de sus bolsillos. A los demás nos acabarán matando de hambre, de hambre física y de hambre cultural.


En-cuent[r]os (1)

Hay encuentros que duran menos de veinticuatro horas, y que recordarás toda tu vida.

18 de abril de 2012

Los amantes

Dice Manuel que “los amantes hablan más”. No sé cuál es el concepto de amante, a qué personas debe aplicarse. ¿Es amante el que ama también sin saberlo? ¿Es amante el que ama en silencio, a la espera? ¿Es amante el que sabe que el amor tiene que ser recíproco y sabe que ese amor lo es, pero simplemente está lleno de miedos?

Los amantes hablan más. Hablan más a la vida. Se hablan más a sí mismos. Se autodirigen el discurso del amor, que es una forma de decir que habla por sí solo con miradas y caricias. Dice Manuel que los amantes hablan más. Y yo creo que los amantes respetan más el silencio. Los amantes hablan menos, pero dicen más. Lo dicen todo en dos palabras. Lo dicen todo en una línea, aunque se empeñen en expresarse en un entramado inagotable de frases que parecen bonitas pero que no significan nada. Los amantes lo dicen todo con su cuerpo que sonríe -tomo la expresión de Clara; acertadísima, preciosa-, con sus ojos que fingen la siesta o el llanto, con sus lecturas, con su caminar. Los amantes lo dicen todo. Pero hablan menos.

14 de abril de 2012

Catorce de abril


Hoy no quiero poner banderas, sino el sentido común de la belleza, del blanco. Y esperaré hasta que un sistema más puro nos traiga más fe en las personas, en la política y, a fin de cuentas, en la vida.