30 de septiembre de 2009

Las SS: Sabina en Salamanca

Pues sí, despierto del letargo por Salamanca y por Sabina.

Hace unos meses empecé a elaborar una serie en este blog sobre citas de Sabina. La intención era leer finalmente Joaquín Sabina. Concierto privado, escrito por un amigo. El libro lo tengo ya (desde hace tiempo). Me falta el autógrafo y que me vuelva a entrar el "momento Sabina". Se me hace grande el libro sin la pizca de mitomanía que ello requiere. Necesito dos tardes enteras, la discografía completa a mano y estar lo suficientamente atenta como para no dejar escapar ni una sola frase. Cuando tenga en mi mente esas palabras, seguro que vuelven las citas a este blog.

Sea como sea, resulta que me entero por varias fuentes, una de ellas anónima -aunque no tanto-, de que Sabina toca el 20 N en Salamanca. Y claro, me entran unas ganas tremendas de comprar la entrada, de tener de nuevo mi "momento Sabina" y de estar allí ese día. Por muchas razones: sería mi primera vez con Sabina, lo cual tiene su encanto; sería mi vuelta a la piedra castellana; sería el reencuentro con amigos... Pero, lamentablemente, no siempre querer es poder y es posible que no pueda estar allí escuchando a Sabina en noviembre. Así que, adelantaré la visita a octubre, llevaré hechos los deberes y disfrutaré de Sabina en una habitación que tiene dentro un bosque y una amiga. Si lo deseamos con todas nuestras fuerzas, seguro que sentimos que esas canciones siguen siendo solo nuestras.

Mío siempre será este boulevard de los sueños rotos. Y los sueños, sueños son.

20 de septiembre de 2009

La lluvia cae en soledad



de Celtas Cortos

Estos días me ha dado por escuchar de nuevo a los Celtas Cortos. Han estado en Parla en las fiestas y me he acordado de cuando los descubrí, cuando los escuchaba casi a diario y sus letras me hacían pensar. Hace mucho tiempo que no se escriben canciones en español sobre las que pensar. O para ser más exactos, hace mucho que no se da a las canciones para pensar la repercusión que deberían tener. La alegría de la vida o el amor son los temas más recurrentes en la música española actual que se escucha en la radio y en cualquier parte. Letras con poco contenido para reflexionar, letras que te dejan indiferente, letras para bailar, para tararear. Celtas Cortos, Revolver, Ismael Serrano, Tontxu, Pedro Guerra... canciones para pensar. Porque la música, igual que la buena literatura, no es sólo un regalo para los oídos, sino un impulso para el alma.

18 de septiembre de 2009

Las bibliotecas y el otoño

Creo que no hay mejor estación del año en la que acercarse a una biblioteca que en otoño. Uno entra en ellas mecido por el susurro de las ramas y las hojas de los árboles, esos últimos resquicios del verano que se bambolean igual que nuestros pensamientos. Uno también entra buscando el refugio del hogar, el hogar ficticio de los libros en el que encontrarse tan a gusto siempre.

Hoy he inaugurado la temporada de otoño de bibliotecas. Ha sido en Parla. Un camino lento de reflexión sobre muchas cosas, la lectura entre ellas. He entrado en la biblioteca, he saludado a la bibliotecaria y he ido derecha a las estanterías donde están las novelas. El primer impulso es siempre el mismo: agarrar el tomo de Manuel Rivas, Los libros arden mal, que tantas veces he tomado prestado y he traído a casa, y tantas veces ha sido devuelto sin leer. Tras el resoplido de resignación por la imposibilidad de leer más de seiscientas páginas en estos días de comienzos, me he lanzado a la búsqueda y captura de antologías de cuentos -¡hay que ser prácticos y pensar en los trayectos en tren y metro!-. Al final, he venido cargada con cinco libros -el máximo establecido-; dos de ellos sobre animación a la lectura. Los otros tres: Cuentos madrileños, La oveja negra y demás fábulas, de Monterroso y Tesoros y otras magias, de Cunqueiro.

He cogido un bus para volver a casa. Me gusta sentir el agua de la lluvia sobre los cristales de los vehículos mientras yo estoy dentro. Y aún más me gusta sentir la calidez de las páginas de un libro mientras fuera llueve y la gente se resguarda bajo paraguas, impermeables y marquesinas. Pensar en la lluvia de fuera y el calor de dentro me ha hecho pensar -una vez más- en la alegría de una vida gallega, con sus verdes y sus azules fuera y sus naranjas y rojos dentro, al calor de un buen libro, de un café de pota y de la imaginación cuando echa a volar.

17 de septiembre de 2009

La pérdida

Estamos llenos de pérdida, rodeados de ella por todas partes. Siempre perdemos algo. A veces, cosas sin importancia, el tercer boli negro de la semana, el tren a Salamanca. Lo que duele es cuando lo que pierdes es algo que te ha conformado como lo que eres. Cuando de lo que has perdido sólo te va a quedar el recuerdo feliz de los días de la infancia y adolescencia. Entonces hay que recurrir a la memoria, a las anécdotas y batallitas. Hay que convertirse de repente en un viejo de veinte años, como aquel en que se convirtieron los Celtas Cortos en "La senda del tiempo". Pero de eso vivimos, de presente y pasado a partes iguales. Eso somos. La pérdida nos constituye como seres materialistas. Si no necesitásemos de lo otro, de los otros, del Otro, no percibiríamos la pérdida. Pero está ahí. Es un hueco que se hace en el presente y queda anclado al pasado.

Vivimos con la certeza de la pérdida, pero aún así somos capaces de vivir felices. Eso es lo más fascinante del ser humano.


Voy a echarte de menos.

13 de septiembre de 2009

Historias mínimas en imágenes /2




Disimulaba, con languidez pretendida, que aquello no le interesaba nada. En realidad, le interesaba tanto que pensaba en la manera de robarles la idea sin que ellos se dieran cuenta.

11 de septiembre de 2009

Ideas

Gracias al idioma, sobrevivimos. Porque somos palabra, quién lo duda. El lenguaje es una bolsa de ideas, una metafísica que no tiene reglas, una propuesta que cada día es distinta.

Mario Benedetti, Vivir adrede.


¿Qué son las ideas?, ¿qué son las palabras?, ¿qué es el lenguaje? Relaciones. Igual que la amistad, igual que la fraternidad, la guerra o el teatro. Gracias al idioma, sobrevivimos, dice Benedetti. Lo que no dice es que por culpa del idioma también a veces estamos a punto de morir.

10 de septiembre de 2009

Cuando yo dirija una película

Está claro que no lo haré. Lo de dirigir películas no es algo que se me haya pasado nunca por la cabeza, ni siquiera me apetece. Pero, como probablemente le ocurre a mucha gente, a veces me siento en alguna parte y dejo que la vida pase como si fuese una película. Me ocurre sobre todo en el tren. Los trayectos de ida, en los que aún no pienso en el destino, se emborronan de caras desconocidas que llenan los vagones, una tenue luz del sol atraviesa la ventana y acaricia los ojos soñolientos. A mi lado, un chico guapísimo que parece salido de cualquier serie norteamericana de esas que arrasan tanto ahora. El olor es una mezcla de perfunes, jabones y ropa recién planchada. También me llega algo de aroma a café -es lo bueno de la vida real en oposición al cine, uno es más sensible a todo; incluso a los ojos verdes del chico que está sentado a mi lado-. Y también como en el cine una banda sonora inunda mis oídos. Es lo último que me descargué y puse en el mp3. Cuando las guitarras suenan fuertes, cuando la voz se hace más ronca y más profunda, se abren las puertas del vagón y entran veinticinco personas más de golpe. Más música, más sol, más ojos verdes, el aroma que emana el pelo reluciente de una pequeña de unos cinco años. Cuando yo dirija una película, existirá esta escena. Es la escena de la catarsis, de la música muy alta; de la chica que piensa en que se pasa la vida a unos pocos kilómetros, en la cama de un hospital donde alguien a quien quiere no tiene casi fuerzas para respirar y le inunda un calor repentino. El tren está abarrotado. El tren huele a gente y suena a Matt Nathanson. Esos ojos verdes no la miran a ella. Y ella piensa en el deber diario, en abandonar cualquier estudio absurdo y acompañar a quien quiere. Pero la realidad pesa más que todo eso. Se para el tren. La chica ha llegado a su destino y la canción ha terminado. La vida sigue aunque en una pequeña habitación de hospital alguien esté diciendo adiós.



love,
I'm aching to believe
give me something real enough
give me somewhere to fall from

'cause in the dark
I can't find my feet
built my world on promises
colorless and cold

I'm short of breath, I'm sure
gone, let it wash away the best I had
gone, and when I disappear
don't expect me back, don't expect me back

lost, sweetest things get lost
in the static far away
painted pictures of you
I fold
don't want to be holy then
don't want to be sold again
the way I was with you

I'm short of breath, I'm sure
gone let it wash away the best I had
gone and when I disappear
don't expect me back, don't expect me back

I'm short of breath, I'm sure
gone, let it wash away
the best I had
gone, and when I disappear
don't expect me back
don't expect me back

at its worse the heart is sober
at its worse the heart is cold, cold, cold

I'm short of breath, I'm sure
gone, let it wash away all the best I had
gone, and when I disappear
don't expect me, don't expect me back

gone, let it wash away
the best I had
gone, and when I disappear
don't expect me back
don't expect me back
don't expect me back

9 de septiembre de 2009

Historias mínimas en imágenes /1

Sabía que su mirada la delataría, pero no podía dejar pasar la oportunidad de regodearse en su desgracia.


Imagen de Federico Milano.

8 de septiembre de 2009

Rock de martes

Como ya dije en la entrada anterior, ayer comencé a trabajar. No me ha entrado el síndrome postvacacional (¡yuhuu!), todavía tampoco me ha dado el síndrome del quemado y, como veis, he retomado con fuerza el blog. Eso sí, llevo desde mediados de agosto con el síndrome de "Quiero que llueva o refresque. En Madrid me muero de calor", que suena a grupo de Facebook. Ante eso no se puede hacer nada. Tampoco puedo hacer nada ante el cansancio que provoca la falta de costumbre de madrugar (tanto) y tirarse seis horas seguidas ejerciendo la profesión (al menos los previos, como dirían en el fútbol).

Por eso hoy tengo que agarrarme al rock estatal de los martes. Para seguir despierta y, por qué no, para que a mí la luna me sepa a mucho.

La luna me sabe a poco,

de Marea.

7 de septiembre de 2009

Temporada 2009-2010

Hoy ya es oficial. Comienzo una nueva temporada, ¿una nueva etapa de nuestras vidas? Sí. Cuando he puesto el pie por primera vez en el colegio que me enseñará tantas cosas durante este curso, ha sido como recibir de golpe un chorro de luz de alguna parte. Ya es oficial, comienzo a trabajar como profesora. Me han enseñado las instalaciones del que será durante unos meses mi segundo hogar. Ha sido extraño, pero me he sentido satisfecha. He pensado en los kilómetros que anduve en Galicia, esos que supusieron un reto para mí, y los he colocado en paralelo con los kilómetros que recorreré este nuevo año. Kilómetros de trenes y metro, kilómetros de aprendizaje, empatía, paciencia, socialización. Kilómetros de vida que se abre ante nosotros y nos llega a las entradas de un colegio como un chorro de luz.

Queda oficialmente inaugurada la temporada 2009-2010 de este blog. Un blog que intentará seguir la línea de lo que ha sido hasta ahora, pero que estará lleno, esta temporada, de más vida. Al menos de más vidas, todas las que conformen lo que seré, lo que aprenderé.

Para empezar, música de créditos iniciales.


Por Yann Tiersen.