5 de abril de 2015

Sol

Salir a la calle y sentir el sol de la primavera es una de las mejores sensaciones del mundo. Como la de recibir el mensaje de un amigo. Como el beso del padre. Como el sabor del dulce de leche. Como ver asomarse a cualquiera de mis gatos por la ventana del salón.

Disfruta del sol como del resto de cosas maravillosas que la vida hoy nos regala.

3 de abril de 2015

Brutal violencia de género

Esta mañana, mientras consultaba la prensa, me ha vuelto a asaltar la terrible sensación de que el terrorismo está más que nunca conviviendo con nosotros día a día.

El otro día leí por algún lado que el número de víctimas del terrorismo (aunque no sé bien de qué terrorismo se trataba, porque ese dato no aparecía) era menor que el número de mujeres víctimas de la violencia doméstica, de género o contra las mujeres. Nunca sé muy bien qué término emplear, porque existe muchísima controversia a ese respecto. En cualquier caso, parece que la violencia de género es un modo (como otro) de terrorismo, aunque más atroz si cabe, puesto que nace en nombre del amor y de sus enemigos más feroces, los celos, la envidia.

Es posible que no sepamos amar. 
Es posible que no hayamos aún aprendido a tratarnos como seres humanos, que seamos tan utilitaristas que continuemos pensando que las personas, como las cosas, nos pertenecen y cumplen una función, un fin, un objetivo.
Quizás, el hombre o la mujer que maltrata a su pareja quiere ejercer sobre ella una superioridad que trate de calmar sus traumas, sus complejos más íntimos.

En definitiva, aún tenemos que aprender a socializarnos, a vivir el día a día sin la lacra de una violencia que nos atraviesa de parte a parte y a veces de modo tan subrepticio que realmente nos creemos que solo existe a ratos, o que solo existe en la televisión, a las tres de la tarde, cuando dan las noticias.

¿Qué se puede hacer para acabar con la violencia? Creo que unos años atrás las cifras de muertes eran menores, se dedicó mucho más presupuesto a luchar por ese problema y el hecho de que existiesen consejerías y que la palabra Mujer estuviese tan presente, nos concienció a todas sobre el problema y nos hizo permanecer alerta ante situaciones absolutamente intolerables. El gobierno actual, cuyas tijeras han arrasado con cualquier ápice de interés social, está masacrando la integridad de la mujer, se está poniendo en contra de las víctimas y al lado de los verdugos, y está consintiendo horrores nunca antes vividos por la sociedad del bienestar que ellos se empeñan en recordarnos que están recuperando. Solo se ataca la violencia desde el diálogo, desde la administración, desde el cariño. Pero este gobierno no es cariñoso, es igual de violento que los cientos de hombres que han asesinado, sin compasión, a sus parejas (e hijos, en algunos casos). Y la violencia, creo, solo genera más violencia.

En unos meses está en nuestra mano actuar contra un gobierno que nos está matando (literalmente). Día a día también podemos intentar actuar, denunciar, extender un mensaje de cambio posible. Cada uno desde su trabajo, con la gente con la que se cruza. Hagamos algo. Esta situación ya roza lo inhumano.


2 de abril de 2015

Cerrar los ojos


A veces, solo se necesita cerrar fuerte los ojos, evocar un sabor, un olor, un paisaje y una melodía.

Abril

No sé qué me pasa en abril. De año en año recuerdo que tengo un blog y me dan ganas de reabrirlo. Las ganas de escribir no son tan grandes. Y como cambié varias veces la denominación de la página web, quizás ni mis antiguos seguidores estén pendientes de si escribo o no.

Por eso, y refugiándome en la anonimia de internet, volveré a escribir poemas sueltos. Aquí. Para que los leamos solo yo y aquel despistado que caiga aquí sin pretenderlo. Para que trabemos una línea muy fina, casi imperceptible, entre lo que yo escribo y lo que tú lees.

Atarme al blog desde la poesía es otra forma de sentirme de nuevo en abril: viva y activa.

De momento, y ante la imposibilidad de la creación propia, dejaré unos versos sueltos, desvanecidos, de José Ángel Valente, un gran desconocido.

  POEMA
Cuando ya no nos queda nada,
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.