Asocio a Elvira Lindo con el verano, por sus "Tintos de verano" de El País leídos bajo la sombrilla en la playa o en la terraza del comedor, suplicando clemencia ante la torridez de los veranos madrileños. Pero también por Manolito Gafotas, ese ídolo de la infancia del que recuerdo anécdotas sueltas por haberlo visto años más tarde en el cine. Sin embargo, Elvira Lindo escribe siempre, no solo en verano. Estoy enganchada a su "Don de gentes" y leo todo lo que tiene que decir, porque creo que es una periodista y escritora inteligente, con sentido de la responsabilidad, educada y con un estilo que siempre acaba emocionando.

Tras haberme leído El otro barrio en un suspiro, con una necesidad irrefrenable por conocer el destino de ese personaje adolescente que se hace adulto en unos meses, no hay duda de que este verano va a volver a estar lleno de Lindo otra vez. En esta ocasión me voy a hacer con todas sus novelas y las voy a exprimir al máximo, porque con Elvira Lindo no sólo se disfruta leyendo, sino que se aprende, se aprende mucho de la vida de barrio, que es una vida muy intensa. Tanto como nuestra vida interior:
No hay estudios, no hay familia cerca, estamos en un territorio no amenazado por las cosas que nos provocan miedo, ¿a quién no le hubiera gustado en cualquier época de su vida tomarse unas vacaciones, no ya para descansar del trabajo, sino para descansar de la propia vida? Es algo así como quitarse el traje de uno mismo.
Elvira Lindo, El otro barrio.
Yo me tomo unas vacaciones para leer a Elvira Lindo, descansar mi propia vida leyendo sobre los que están en otros barrios, en el otro barrio. Y estoy segura de que a la vuelta seré otra persona completamente diferente.
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