
La ceguera de Max ofrece la visión más objetiva de la realidad. Lamentablemente, nuestras cegueras actuales, que no son cegueras reales, que no deforman la realidad porque todavía no han conseguido verla, solo sirven para seguir dando tumbos sin comprender la verdad de lo que nos rodea. Ahora que es tiempo de luces en las calles, estamos carentes de iluminados. No hay Tiresias ya; no hay profetas que nos indiquen hacia donde vamos en esta sociedad de decadencia y esperpento. Estamos como hace veinte siglos, estamos como al principio del siglo veinte. Con la diferencia esencial de que otras cegueras nos han inundado, y ahora sí que no vemos nada.
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