En la universidad me enseñaron a no desdeñar la Edad Media y su arte. Me enseñaron a no simplificar la mente medieval y a disfrutar de su literatura, historia y artes múltiples.
A pesar de todo, simplificamos la Edad Media. La simplificamos porque metemos en un saco que puede estudiarse en un año, un periodo de diez siglos. ¡Diez! Nada menos. Necesitaríamos otros diez siglos para comprender la mente medieval. Aún nos quedan cinco.
Este fin de semana he estado en una ciudad medieval. Un cuento. A Ávila he ido muchas veces, pero nunca me he detenido a mirarla con ojos ingenuos de niño pequeño. Le pregunto a mi amiga: "¿Y tú de pequeña no te sentías un poco princesa viviendo dentro de unas murallas?". La pregunta es ingenua. Igual que lo que conocemos (los poco conocedores) de la Edad Media.
Entre las murallas, o más bien yendo hacia las murallas, descubrí una melodía preciosa interpretada por Carlos Núñez (¡cómo no!) y Jordi Savall (siempre que descubro algo de Savall, lo guardo en mi baúl de los tesoros). Una flauta dulce y una viola de gamba son las culpables de que el viaje de vuelta no lo hiciera en tren, sino en camino medieval, con capa, capucha, a caballo. Soñando con los finisterrae europeos.
Una vez de vuelta en la ciudad, sin mamotretos, sin plumas y tinteros; con las teclas blancas y la pantalla brillante antirreflejos del ordenador, me encuentro con un precioso cuento medieval. El de Ponthus y Sidoine, escrito en el siglo XIV por un bretón para entretenimiento de la corte. La historia acerca dos finisterrae a través de grabados y versos breves que narran los avatares del príncipe Ponthus, hijo de un rey suevo de Galicia que debe vengar la muerte de su padre asesinado en combate. Ponthus consigue huir en barco y llega a las costas de Bretaña, región donde adquiere renombre pero que también le acarrea contratiempos. Un miembro de su séquito lo traiciona y éste tiene que escapar al bosque de Brocéliande, emulando a los caballeros del ciclo artúrico. Allí adquirirá fama de caballero justiciero. Lucha contra los sarracenos que asolan Bretaña e Inglaterra y los vence. Se enamora de Sidoine, la hija del rey de Bretaña y, tras matar a su esposo, se casa con ella. Vuelve a Galicia a reconquistar y pacificar su reino. Entonces, con el reino en paz y casado con su bella enamorada, retorna a Bretaña y, junto con su esposa, vuelve a Galicia a través del Camino de Santiago.
Así de simple. Así de complejo. Con la narración de ciclo artúrico de fondo, el bosque de Brocéliande, los finisterrae europeos, la idea del exilio, el desarraigo, la vuelta al hogar, el Camino de Santiago, la religiosidad, la lucha contra el invasor. El cuento contiene todos los ingredientes del relato medieval. La banda sonora la ponen Carlos Núñez y Jordi Savall. A los personajes dibújalos tú en la imaginación, desde una muralla, desde un tren, o desde tu propio exilio.
1 comentario:
lo de mezclar 'Avila con Carlos Nuñez me encanta.
espero que hayas disfrutado mucho de esa cuidad tan ¿mágica?, ¿especial? no sé como describirlo.
mira que a mi no me encanta, pero reconozco que a veces te envuelve y hasta la echas de menos!
besitosss
p.
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