16 de febrero de 2012

Enganchada

No he cumplido el punto 10 de mi decálago de esta semana blanca. 

He estado enganchada a Londres, Javier Marías, la música, Scrabble, los vídeo blogs de YellowMellow, Dolly Parton... en definitiva, a la vida. Y por eso he dejado un pelín de lado el blog. El blog también es vida, pero cuando Cambridge, Bath y los amigos se ponen por delante haciéndote la vida más feliz, uno se engancha a ello.

Digo a mis amigos de por aquí que mi yo real ha venido de visita esta semana. Es cierto, esta semana me siento más yo que nunca. He retomado contacto con mi idioma, mi literatura y el humor que a mí me gusta. Me he olvidado de la ironía y el sarcasmo ingleses, me he olvidado de los huevos que desaparecen y he visto o veré a varios amigos madrileños que han venido de visita o que están en el país. La casa semi vacía y la pasión por los viajes o ir de pubbing con amigos me han devuelto a la yo de siempre. La yo de siempre, mentalmente rápida, apasionada por la filosofía de Marías, enganchada a las maravillas de internet y a la música country ha venido de visita esta semana. Voy a pedir que se quede para siempre, y si no, intentaré retenerla de alguna manera.

Mientras tanto, la yo de siempre y la yo de ahora seguiremos escuchando música de la Parton en Spotify y riéndonos de nosotras mismas, la actividad más sana que alguien alguna vez inventó.

11 de febrero de 2012

"10. Escribir en el blog"


Esta mañana he escrito un decálogo de lo que haré esta semana que se me presenta por delante: tenemos vacaciones de invierno en el colegio, la semana blanca inglesa. El último punto es "escribir en el blog". He añadido ese punto porque me siento muy escritora en los últimos días y porque estoy fascinada con el blog de Isabel Núñez, a la que leía a veces desde el blog de Manuel, pero que ya he añadido a mi propia lista de blogs favoritos.

Me gusta el estilo que tiene su blog, y de tanto leerla, quiero contagiar un poco mi blog con su manera de escribir. Últimamente me he sentido muy atraída por la brillantez de diferentes mujeres que me están haciendo cambiar la perspectiva pesimista de la vida con la que las mujeres-florero de mi entorno me estaban cubriendo. He vuelto a pensar en mi mantra de principio de año: "pasa de todo lo que no te conviene o gusta". Pero F. ha vuelto a coger nuestra comida sin pedir permiso, y eso me pone nerviosa y desequilibra mi estabilidad casera de las últimas semanas.

A parte de F. y los huevos de menos, la semana se presenta feliz y tranquila, con algunos viajes y visitas a varios museos. Es curioso el hecho de vivir en Londres y no saber nada de esta ciudad. Tengo la sensación de que siempre paseo por las mismas calles y visito los mismos museos. Es como mi obsesión con escuchar a Tracy. Tengo obsesión por algunos lugares de Londres igual que por pisar la National Gallery solo para ver la Venus de Velázquez. Isabel Núñez ha estado la última semana aquí, y a través de su blog he descubierto maravillas londinenses que nunca me había planteado, así que mi lista de lugares para visitar se va abriendo, como mis horizontes filosóficos y vitales. Creo que ayuda el hecho de que se inauguren las vacaciones y que haga un espléndido sol. Un sol de estos londinenses que a mí me gusta tanto.

Ayer le dije adiós a Fr., a B., a Daniel y a David. M. se va en media hora a Francia y compartiré esta gran casa con la ladrona de huevos y con L. durante una semana. Para no acabar hecha una furia al final de cada día he escrito mi decálogo de la semana blanca: una lista de normas de convivencia conmigo misma y con mi entorno. Seguiré leyendo a Isabel Núñez y a Javier Marías, con quien estoy ahora. Luego quiero volver a las feministas, que me están aportando esa nueva perspectiva que había estado esperando meses atrás.

Seguiré escribiendo e-mails para M. y L. Y mientras el tiempo y los viajes me lo permitan, seguiré con el blog y la indignación por el caso Garzón y los otros casos que traen a muchos de mis amigos españoles de cabeza. España se desmorona y en Londres nieva. Yo me aislo de los pesimismos encerrándome en algún nuevo proyecto, los libros y los museos. Sé que es una actitud escapista y huidiza, pero también es autoprotectora. No puedo evitar los pequeños fracasos caseros, las desilusiones, pero sí puedo cerrarle los ojos a la actualidad de ese país al sur de Europa que es mi país.

Feliz semana blanca
espero que no sea en blanco.

9 de febrero de 2012

El día que conocí a Karen...


E. me había hablado de ella, yo la imaginaba toda una jefa, seria, elegante y, en mi mente llena de prejuicios, por jefa, también la imaginé mala. De una maldad sutil, como la de la mayoría de los jefes, esa falsedad rancia, que crece como un gusano en las manzanas a propósito de la parálisis, de la inmovilidad que a veces acarrean algunos puestos de poder.

Karen no es rancia, no es inmóvil, no abusa de su poder y no es mala. Karen es una señora que debe estar a punto de jubilarse y que, cuando lo haga, todos lamentarán. Karen es profesional, seria, generosa, agradecida, elegante, directa, sincera y afectuosa. Karen es la profesional que a mí me gustaría ser en unos años: habla de cualquier tema y nunca mete la pata. Su experiencia viajera y profesional le ha abierto la mente hasta unos límites insospechados, unos límites tales que hacen que trabaje con una sonrisa siempre dispuesta, un gran sentido del humor y un interés constante por todo lo que hace, toda la gente que la rodea y todos los momentos. Nunca se le escapa nada.

Karen es inteligente. Con una inteligencia brillante pero no deslumbrante. Irradia elegancia y dan ganas de permanecer a su lado, para aprender, para contagiarse de su elegancia y sus ganas de hacer bien las cosas. Trabaja en el departamento de música y quizás el estar rodeada de artistas le haya aportado una sensibilidad especial que no había visto en un profesional desde que volví de Salamanca, ese lugar lleno de hombres y mujeres elegantes e inteligentes.

El día que conocí a Karen, pero de verdad, cuando hablé con ella y ella habló conmigo, cuando se interesó por mi trayectoria, por mi país, por mi educación, por lo que quiero hacer con mi vida. Ese día, recuperé la esperanza en los Seres Humanos con mayúscula, en el placer por la vida, en el trabajo bien hecho y en el conocimiento per se. Me di cuenta de que siempre hay lucecitas que nos guían hacia el camino que queremos tomar y que no están tan lejos como nosotros habíamos imaginado.

8 de febrero de 2012

San Valentín


¿Qué invento es ese de San Valentín?

Debe ser algo muy importante, porque algunas de mis compañeras le dedican sus clases, sus esfuerzos y su aliento para inflar globos rojos y decorar así sus despachos. 

Hablan de anillos de cristal de Swarovski, de corbatas de Burberry de 85 libras, de cajas de bombones, viajes románticos y mil cosas más.

¿Es San Valentín la máscara del amor? 

Una semana antes de la celebración del día en cuestión, las preguntas sobre cómo pasar el día se repiten, los bombones se reparten y los despachos se vuelven rojos, del color de una pasión rancia y comercializada.

7 de febrero de 2012

Conocimiento y felicidad

Vano es el conocimiento que no sirve para aliviar un dolor humano.
Epicuro

6 de febrero de 2012

Ser feliz

Ayer le oí decir a un filósofo que la vida es ese espacio de tiempo que ocurre entre dos nadas y que por tanto, tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos, tenemos que ser epicúreos y disfrutar de los placeres de la vida de forma prudente y racional. Vamos, que nos queramos y busquemos nuestra felicidad. Que seamos egoístas y utilitaristas porque buscando la felicidad común, la compartida, lograremos la propia.

Me adhiero a ese pensamiento y me autoproclamo epicúrea. Hasta que me dure, que los que me conocéis sabéis que soy un poco chaquetera de filosofías.

Aquí una lista de consejos, como "El decálogo de Manuel", del que hablaba hace unos días, para ser felices. 

5 de febrero de 2012

"Hay que globalizar la libertad"

Te invito a 30 minutos de paseo filosófico, de la mano de uno de los grandes pensadores españoles de los últimos tiempos, Emilio Lledó.

Pincha aquí para acceder a la conversación con el profesor Lledó.

3 de febrero de 2012

Bloomsbury


Antes de mi viaje a Asia, mi amigo M. me sugirió la idea de fotografiar las alcantarillas de los países por los que pasara, con mi pie presente, supongo que para dejar constancia de que yo había estado ahí. Lo de la alcantarilla no lo entendí bien, pero luego me explicó que normalmente las alcantarillas llevan grabado el nombre de la ciudad a la que pertenecen y que esa sería una forma cool de retratar mi viaje. La idea me hizo gracia, pero no pasó de ahí, una anécdota simpática. Preferí fotografiar los cielos y los horizontes antes que lo terrenal, tan cercano a lo inmundo.

No había vuelto a pensar en las alcantarillas hasta la semana pasada. Fue justo hace una semana, el viernes. Había ido con E. a ver tocar al cuarteto de cuerda al que pertenece K. Salí del edificio fascinada. Por la música. Y también por el entorno: pleno Bloomsbury. Para un turista común quizás Bloomsbury pase un poco desapercibido, pero para alguien fascinado por la literatura inglesa -o escrita en la Inglaterra- de los años 20 del siglo XX, Bloomsbury es más que eso. Bloomsbury es Virginia Woolf. Pero Bloomsbury también es el Museo Británico, la Biblioteca Nacional de Gran Bretaña, Russel Square, el color blanco de las fachadas, una arquitectura impecable... Y para mí, en particular, el café que me tomé con M. cuando las fuerzas desfallecían, la primera vez que estaba en Londres. Ese mismo día compartimos una canción que se convirtió en el himno de nuestra amistad.

Para mí Londres es Bloomsbury, más que Victoria, los cielos grises, la lluvia, el Big Ben, los autobuses o las cabinas de teléfono rojas y la gran noria que se impone majestuosa a las orillas del Támesis. No diré que Bloomsbury es más Londres que el Támesis. Eso no. Pero Bloomsbury es muy representativo de lo que significa Londres, de lo que escribí en mi vocabulario mental acerca de esta ciudad que se va convirtiendo poco a poco en algo más familiar, aunque yo siga siendo una turista más en ella.

No se me olvidan las alcantarillas, lector; hablé de ellas al principio y sigo con ellas. Las alcantarillas de Bloomsbury son piezas de arte más, como lo son cada uno de sus árboles que parecen pintados en lugar de plantados. Las alcantarillas de Bloomsbury son grecas del suelo, son símbolos que decoran las calles haciendo bello lo que esperaríamos sucio o simplemente mundano. Las calles de Bloomsbury se convierten en improvisados tablones de geometría, o geoglifos en miniatura en mitad de la urbe.

Bloomsbury es todo eso. O simplemente eso.


2 de febrero de 2012

La poesía es un arma cargada de...

... vida.
... furia.
... futuro.
... paz.

1 de febrero de 2012

Ropa y poder

En mi colegio a los hombres se les obliga a llevar chaqueta y corbata.

Algunas de las mujeres que trabajan en mi colegio llevan vaqueros y zapatillas.