9 de febrero de 2012

El día que conocí a Karen...


E. me había hablado de ella, yo la imaginaba toda una jefa, seria, elegante y, en mi mente llena de prejuicios, por jefa, también la imaginé mala. De una maldad sutil, como la de la mayoría de los jefes, esa falsedad rancia, que crece como un gusano en las manzanas a propósito de la parálisis, de la inmovilidad que a veces acarrean algunos puestos de poder.

Karen no es rancia, no es inmóvil, no abusa de su poder y no es mala. Karen es una señora que debe estar a punto de jubilarse y que, cuando lo haga, todos lamentarán. Karen es profesional, seria, generosa, agradecida, elegante, directa, sincera y afectuosa. Karen es la profesional que a mí me gustaría ser en unos años: habla de cualquier tema y nunca mete la pata. Su experiencia viajera y profesional le ha abierto la mente hasta unos límites insospechados, unos límites tales que hacen que trabaje con una sonrisa siempre dispuesta, un gran sentido del humor y un interés constante por todo lo que hace, toda la gente que la rodea y todos los momentos. Nunca se le escapa nada.

Karen es inteligente. Con una inteligencia brillante pero no deslumbrante. Irradia elegancia y dan ganas de permanecer a su lado, para aprender, para contagiarse de su elegancia y sus ganas de hacer bien las cosas. Trabaja en el departamento de música y quizás el estar rodeada de artistas le haya aportado una sensibilidad especial que no había visto en un profesional desde que volví de Salamanca, ese lugar lleno de hombres y mujeres elegantes e inteligentes.

El día que conocí a Karen, pero de verdad, cuando hablé con ella y ella habló conmigo, cuando se interesó por mi trayectoria, por mi país, por mi educación, por lo que quiero hacer con mi vida. Ese día, recuperé la esperanza en los Seres Humanos con mayúscula, en el placer por la vida, en el trabajo bien hecho y en el conocimiento per se. Me di cuenta de que siempre hay lucecitas que nos guían hacia el camino que queremos tomar y que no están tan lejos como nosotros habíamos imaginado.

1 comentario:

Manuel Casal dijo...

Qué alegría leerte hoy en un día tan triste. La vida siempre tiene alguna Karen que mostrar, pero lo hace cuando quiere. Me alegro mucho de que hayas tenido eta experiencia. Disfrútala. Disfruta de la vida todo lo que puedas. Un beso.