2 de mayo de 2012

Universos infinitos


O espirales.

Nerea Oreja, antigua compañera de residencia y filóloga excepcional, me pedía al principio de curso una foto de lo que me sugería la canción "Universos infinitos" de Love of Lesbian, el grupo español, para llevar a cabo un proyecto que supongo que le salió hermoso e interesantísimo. En aquel momento no se me ocurrió pensar en las espirales, o en los círculos concéntricos, como ahora, especialmente después de haber estado últimamente en la Tate modern y haber visto una obra de arte que es piedra y círculos (muy gallega para mis gusto):


El caso es que, ya sean patos flotando unidos en un lago de Hyde Park -la foto original que le envié a Nerea-, círculos concéntricos o espirales, he reflexionado mucho últimamente sobre la idea de los universos infinitos. Los que me conocéis o leéis con relativa frecuencia sabréis que mi tesis sobre la vida es que es agua y que es espiral. La idea de la espiralidad de la vida es clara: todo en la vida se sucede y resucede constantemente en un bucle de repeticiones vitales que a veces nos sorprende. Quizás porque la vida se componga solo de cuatro elementos principales que se reproducen sucesivamente con formas diferentes, pero dando resultados similares. Esto me lleva a Daniel, mi brillantísimo alumno Daniel. Daniel ha sufrido una pérdida, una pérdida que me ha recordado la de Pablo de hace dos años. En un colegio minúsculo, donde todos sabíamos de todos, la muerte del padre de Pablo fue casi un acontecimiento familiar, un llanto uniforme y unísono de profesores y alumnos. Hoy, sin embargo, Daniel ha faltado a clase porque está en el funeral de su madre. La vida sigue. ¿Quién llora en el colegio por él o por ella? Mejor aún, ¿quién sabe lo que ha ocurrido? Tres o cuatro personas, o eso o hay un silencio generalizado, una especie de mirar para otro lado ante la pena. Es cierto que él mismo ha decidido no hacer pública la pena, y por eso el lunes, tras un fin de semana de luto, estaba en clase como si nada. Simplemente llamó a otro de los compañeros para pedirle ayuda extra en la preparación de un trabajo de clase, lo demás, la vida, la muerte, todo quedó reducido a un continuo y profundo estudio intensivo de las matemáticas y los idiomas, ¿para no pensar en la muerte?

La vida es un universo infinito, una espiral que se repite y da vueltas concéntricas constantemente trayéndonos las mismas realidades disfrazadas con otras máscaras, de otros colores. 

Eso pensaba cuando me tatuaba una espiral en el cuello, cuando hacía fotos a los patos, cuando le miraba a Daniel a los ojos tras saber que ya no tenía una madre. O que le tendrá para siempre.

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