No es verdad. No he cambiado.
En mis sueños
siempre tienes veinte años.
("No es verdad",
Mientras tanto cógeme la mano, Kirmen Uribe)
Las palabras redondo y rotundo proceden del mismo vocablo latino, y ayer se me antojaron una sola. La redondez es rotunda. Lo pensaba desde el coche, cuyo andar es solo posible gracias a las circunferencias de sus ruedas. Lo pensaba con el brillo blanquecino de la luna llena y redondísima que asomaba apenas por detrás de unas nubes oscuras que hacían posible otro circuito, el del ciclo del agua, cuyos engranajes funcionan tan bien este año.
Algo rotundo es algo que, como dice el diccionario, está completo, preciso y terminado. La rotundidad llega en el momento en el que uno se da la vuelta y, sin mirar hacia detrás, sabe que ha cerrado un ciclo -un círculo, lo redondo-. Pero rotundo es algo que por completo, por terminado en su circularidad, también tiene visos de vuelta a empezar, de un comienzo que se puede prever difícil y al que nos enfrentamos con una especie de miedo primigenio, el miedo a lo que se desconoce y nos desvincula del pasado.
Ayer, cuando conducía, en mi regreso al presente, recordaba unos versos de TS Eliot que no me canso de citar y recitar porque me parecen de una rotundidad inaplacable, de una circularidad que llega incluso a hacer daño.
Time present and time past
Are both perhaps present in time future,
And time future contained in time past.
("Burnt Norton", Four Quartets)
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El tiempo presente y el pasado
están quizás presentes el el tiempo futuro,
y el futuro asentado en el pasado.
El tiempo es esencialmente una entidad redonda. Por eso, porque la vida es un suceder de círculos (en mi evolución de este pensamiento, yo ya he adquirido la teoría de que la vida es espiral), vamos a cometer los mismos errores y tener los mismos aciertos una y otra vez. Quizás nuestra apariencia futura no tenga nada que ver con la pasada, pero vamos siendo réplicas de nosotros mismos a lo largo de la vida, siempre y cuando no queramos cortar de un tajo cruel con lo que fuimos y lo que nos hizo ser lo que somos. Hace poco alguien que había sido muy cercano a mí me dijo que su yo de ahora tenía muchas cosas que adquirió "conmigo" en el pasado. Una muestra más de que la teoría poetizada de TS Eliot parece que es cierta.
Presente y pasado son uno solo, al igual que presente y futuro. Pero que el conocimiento de esta certeza no nos haga inamovibles, nos nos prevenga de ser mejorables, porque siempre, siempre debemos pretender la perfección, el círculo.