Por eso, y refugiándome en la anonimia de internet, volveré a escribir poemas sueltos. Aquí. Para que los leamos solo yo y aquel despistado que caiga aquí sin pretenderlo. Para que trabemos una línea muy fina, casi imperceptible, entre lo que yo escribo y lo que tú lees.
Atarme al blog desde la poesía es otra forma de sentirme de nuevo en abril: viva y activa.
De momento, y ante la imposibilidad de la creación propia, dejaré unos versos sueltos, desvanecidos, de José Ángel Valente, un gran desconocido.
POEMA
Cuando ya no nos queda nada,
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.
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