El año pasado fue mi año de prácticas para convertirme en profesora. A pesar del mismo y de este año trabajando ya en un colegio, creo que me queda mucho de improvisación y mucho trabajo para sacar adelante. Me alegro. Espero seguir improvisando hasta que me jubile, porque si no, la magia de la enseñanza perdería un poco la chispa de la imprevisibilidad que a mí me gusta tanto.
Esta tarde me he reencontrado con dos de las profesoras del instituto donde hice las prácticas. Hemos quedado para preparar una sorpresa a otro profesor. Aunque el año pasado fueron algo así como unas maestras para mí, hoy he sentido que éramos las tres compañeras de oficio. El interés, la motivación, la sensibilidad hacia los seres humanos (a veces individuos, a secas) con los que tratamos a diario, o el cariño y la dedicación que le ponemos a nuestro trabajo, me dan una pista de lo que es formar parte de un gremio.
Hay otros profesores. Hay miles. Pero de los miles de profesores que hay, sé que a lo largo de mi vida laboral me toparé con pocos compañeros que verdaderamente lo sean. Los compañeros, etimológicamente, son los que comparten. Con C. y con R. yo comparto un modo de vivir la enseñanza que no todo el mundo posee. No creo que el nuestro sea el mejor, sino simplemente el que a mí me vale para vivir humanamente.
Ojalá en todos los ámbitos de la vida fuera tan fácil encontrar compañeros auténticos como lo son C. y R.
2 comentarios:
Espero unirme dignamente en el gremio, ya que por fin mis estudios han acabado (con éxito), y gran parte de la motivación "nueva" este año está unida a ti, a la búsqueda de las cosas que realmente importan.Gracias.
Sigue así.
Gracias a ti, Marina, por esas cosas que me dices. ¡Qué alegría sentirse acompañada en la distancia!
Enhorabuena porque este curso académico has conseguido lograr grandes deseos. Llegó septiembre con una "nueva" vida y termina junio con la alegría de la filología.
Un abrazo fuerte
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