Galicia
Mañana vuelvo a hacerlo.
No sé qué me atrapa del Camino. Si la leyenda que yo misma creé en torno a él o la sensación de libertad cuando uno camina etapa a etapa hasta llegar a Santiago, sin duda una de mis ciudades favoritas.
El Camino de Santiago, para mí, no está envuelto de misticismo cristiano, es algo más profundo, es como una llamada de la tierra y la naturaleza, una llamada de esa Galicia legendaria que yo he creado en mi mente y me hace volver allí año tras año, con la misma ilusión, las mismas ganas, aunque ya no haya una llama que mantener o un curso que realizar.
Quizás lo más bello del Camino es el hecho de acercarse a esa tierra caminando. La vez anterior, recuerdo que lloré de emoción al atravesar Lugo y entrar en la provincia de A Coruña caminando. A Celia y a mí se nos iluminó el rostro y ese paso de una a otra provincia fue uno de los momentos clave de todo el recorrido. Significaba que el esfuerzo de los días y del cuerpo daba sus frutos. Esta vez empiezo en una provincia que no es gallega y la ilusión de pasar de una región a otra ya me inunda, incluso varios días antes del momento.
Sé que llevaba semanas sin escribir y no he dado ninguna explicación. Quizá dejé de escribir porque no me apetecía hablar de la pena de dejar Londres y volver a un país cuyos máximos representantes odian a los ciudadanos, a los que no les votaron y a los que sí. Ese sentimiento tan desolador quita las ganas hasta de escribir, porque no quiero que mi blog se llene de crispación, quiero que sea un oasis en donde seguir hablando de cosas "más dulces".
Ahora sí, me despido de ti por unos días. Porque me voy a Galicia, al reencuentro de esa tierra que me produce tanta alegría. Al encuentro con la naturaleza, los caminos, los rostros desconocidos que acabarán haciéndose compañeros de aventuras.
¡Buen Camino! (aunque no te vayas a andar al monte)
Pensaré en vosotros ante las impresionantes vistas del bosque leonés y lucense.
1 comentario:
Buen Camino y buen camino, P. Un beso andaluz.
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