5 de octubre de 2009

Cambiar de aires



Oficialmente (lo dice la RAE), cambiar de aires es 'cambiar de residencia'. Entre tú y yo, cambiar de aires puede ser muchas otras cosas. Cambia de aires el que se escapa un fin de semana a la sierra para descansar de toda la semana. Cambia de aires el que, harto del lujo de su vida, decide entrar de voluntario en cualquier asociación que requiera de sus servicios. Cambia de aires el que estructura su mente de otra manera. Yo hoy comienzo un cambio de aires incorporando a mi organización mental un nuevo idioma. Tras meses de dudas, incentivos internos y externos, un estupendo viaje y un pequeño cambio de mentalidad gracias al desfase cultural de hace unos meses, he decidido apuntarme a estudiar alemán. Un cambio de aires.

Desconectar de la vida de aquí. Descubrir la versatilidad de los músculos fonadores. Aprender que uno es capaz de hacer lo que se proponga, incluido pronunciar tres consonantes juntas al inicio de palabra. Y lo más importante, tener la certeza de que en una vida hay cientos de vidas.

Hoy he aprendido algo esencial (y no han sido los números en alemán): todos somos capaces de todo. Si he podido pronunciar zwei, podré sacar adelante a mis chicos de apoyo de segundo. Aunque ello requiera tiempo. No hemos nacido aprendidos.

2 comentarios:

Manuel Casal dijo...

Creo que la madurez consiste en mantenerse joven aprendiendo siempre y cambiando de aires si es necesario. Buenos Aires.

Anónimo dijo...

Después de la fatiguita que pasé ayer con el violín creo que te entiendo. Me parece que aunque para todos es interesante seguir aprendiendo, para los profes creo que es esencial, para tener más perspectiva.

Un abrazo

Javi