¿Qué nos pasa a los seres humanos que necesitamos engancharnos a algo? A algunos les da por atentar contra su salud y engancharse al tabaco; a otros, por la comida basura. Una vez tuve una profesora que nos confesó que, en una época de su vida, se enganchó al caldo de pollo, y que por eso nunca había probado ningún tipo de droga (aparte del tabaco), porque tenía miedo de acabar metiéndose de todo en cualquier parte.
Hay otros que se enganchan, como parásitos, a otra persona. A sus hijos, a sus padres, a sus parejas, a sus amores platónicos, al sueño que tuvieron hace dos semanas, al programa de televisión que les muestra la basura y la infelicidad de las vidas ajenas...
Mis alumnos están enganchados a juegos de videoconsola, a series dirigidas a adolescentes, al messenger, al tuenti,... Es curioso, ninguno ha confesado estar enganchado a la música o a la lectura. Y yo estoy segura de que leen y de que escuchan música.
Yo he estado estos meses atrás desenganchada del blog, y ahora me he reenganchado. En ese tiempo estuve enganchada al FB (desde la distancia no se ve tan interesante) y a mis ensoñaciones. Ahora, sigo con mis ensoñaciones y he acabado enganchándome a una serie de televisión de esas que sólo pueden verse ya por internet. Decía otro profesor que tuve que las personas consumimos ficciones. Buscamos Algo que perdimos hace mucho tiempo y que sólo podemos saciar con el juego, y que cada uno entienda el juego a su manera. Huizinga dijo en uno de sus famosos ensayos que el ser humano actual debería definirse como homo ludens.
En fin... sin juegos, sin estar enganchados a algo que sacie nuestros apetitos más primitivos, ¿qué sería de nosotros?
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