Da la casualidad de que trabajo en Madrid y de que en Madrid hoy es un día de fiesta. En la capital, no en la comunidad. Eso significa que hoy no trabajo, que estoy ociosa y que pienso en otros nueves de noviembre. Concretamente pienso en cómo debió de ser el nueve de noviembre de hace veinte años. Les he preguntado a mis padres. Dicen que parece que fue ayer. Yo no recuerdo nada, claro. Alguna imagen perdida de un señor con una mancha en la cabeza; miles de personas apoyadas en una pared llena de pintadas en un idioma desconocido para mí (supongo que entonces, todos los idiomas me eran desconocidos; ¿sabría yo acaso qué era un idioma? Ni siquiera podía intuir yo que existiesen tantos idiomas y que yo acabaría, finalmente, estudiando aquel con el que se escribían las pintadas sobre el muro),... Eso es todo lo que recuerdo del nueve de noviembre de hace veinte años. O ni siquiera. Eso es el recuerdo que he creado en mi mente de aquel día perdido en la memoria de tantos y tan recordado por otros.
Hoy celebro una festividad religiosa en Madrid: la Almudena. Y ni siquiera sé quién fue esa Almudena. No tengo ni idea de qué hizo, de por qué es la patrona de Madrid, de por qué seguimos descansando los días que el gobierno y la tradición consideran "días santos". Para mí hoy es un día de fiesta por otro motivo. Un día de fiesta en el que trato de imaginar qué sintieron todos aquellos alemanes, checos y austriacos cuando finalmente pudieron pasar de su mundo, al mundo real. Porque creo que el mundo real era el de la RFA y que en la RDA sólo algunos trataron de vivir en un sueño de democracia que era de todo menos democrático. No sé. Miro hacia atrás con los ojos de ahora. Miro hacia atrás después de haber leído muchas historias y después de haber escuchado a muchas personas narrar su vida de esos días. Nunca seré objetiva con respecto a este tema porque la opinión pública nos ha vendido siempre la caída del muro como la liberación de un país. Y así lo siento yo. Pero claro, yo sólo tenía tres años entonces. Yo no entendía nada de la vida, y sólo ahora voy comprendiendo algunas cosas. Aún así, sólo tengo la imaginación para tratar de sentir lo que ellos sintieron; sólo parto de mi moral para juzgar lo que ocurrió entonces.
Con los recuerdos, los vídeos, las historias, las imágenes, las canciones y mis veintitrés años, siento que hoy es un día de fiesta. Me emociona pensarlo. Es un día de homenajes. Siento que Berlín merece más el día de fiesta, que esta Almudena que me es más extraña que la historia reciente alemana.
2 comentarios:
Entiendo que no entiendas lo de la Almudena. Ya verás cuando algún alumno marroquí o chino te diga el 3 de junio que en qué consiste la fiesta del Corpus Christi y se lo pretendas explicar.
Esto de las fiestas relgiosas parece más una chulería propia de débiles que otra cosa
no sé porque pero hoy también me he acordado del muro, será porque han hablado bastante de él ultimamente, será por las influencias alemanas que me acompañan en estos días...
no sé...
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