He vuelto a la lectura con ferviente pasión. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo. Vuelvo a emplear los ratos del tren para leer. Y cuando uno lee en el tren, ya es capaz de leer en cualquier parte.
De los libros me gustan las palabras sueltas, las personalidades de los protagonistas, un acontecimiento perdido, una frase dicha en el momento (párrafo) adecuado. Igual que me pasa con la poesía, cuando pasa un tiempo tras haber leído una novela, empiezo a olvidar los datos concretos e incluso los porqués. Ya no sé por qué me gustó tanto el libro que leí el año pasado en noviembre. Simplemente tengo impresa en el recuerdo la sensación de placer que sentí cuando lo leí. Me gustó mucho en ese momento y guardo un buen recuerdo de entonces. ¿Por qué ponerse a pensar, a dar motivos y razones? Como decía hace poco tiempo, a propósito de las canciones, hay lecturas que recomendamos porque sí. A nosotros nos llegan por nuestra circunstancia y nos marcan por algún motivo. ¿A quién no le ha pasado el hecho de intentar varias veces leer un libro y ser incapaz de hacerlo y que, de repente, por arte de magia, sea posible leerlo en un tiempo récord?
Creo que ahí reside la belleza suprema de la literatura. Nosotros no elegimos lo que leemos, lo que leemos nos elige a nosotros.
1 comentario:
Mejor no se puede decir.
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