Cuando lo nombraron ministro de Educación me alegré porque llegaban la filosofía y el pensamiento al gobierno. Me alegré porque llegaba la experiencia en el ámbito educativo a un ministerio tradicionalmente dado de lado por ser la política educativa una política transferida a las autonomías. Me hizo ilusión pensar que un rector universitario iba a tomar las decisiones del campo académico.
Tras año y medio al frente del Ministerio, al menos empiezo a notar que su presencia en debates y foros sobre educación es cada día mayor. Se le ve mucho por la televisión, se le escucha por la radio y lo que dice, convence. Porque él ha trabajado con estudiantes y sabe hacia dónde nos dirigimos. Se van produciendo cambios pequeños pero importantes y eso lanza luces de esperanza hacia el futuro de la enseñanza. Sobre todo de la enseñanza pública.
Escucharle sólo produce gozo. Esta mañana ha estado en el paraninfo de la Universidad de Salamanca (marco incomparable, como dirían los periodistas) dejándose entrevistar por toda una profesional de la radio, Montserrat Domínguez. Si se te ha escapado, ahí lo rescato para ti. Desde la lógica establece una filosofía completa de vida basada ante todo en la educación continua, en el trabajo y el esfuerzo y lo que me ha parecido más importante: trabajar desde el cariño para terminar amando el trabajo.
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