Madurar, hacerse mayor. Estos dos procesos significan una mayor implicación en la toma de decisiones. No nos damos cuenta, pero decidir es algo que hacemos a diario y en casi cualquier circunstancia. Nos pasamos la vida desechando unas variables y aceptando otras y las cosas, afortunadamente, no parece que nos vayan tan mal. Hay decisiones intrascendentes a primera vista pero que pueden abrirnos un sinfín de posibilidades. Otras, sin embargo, las tomamos con precaución, porque son difíciles, porque dudamos y tenemos miedo a las consecuencias. Pero no por eso dejamos de decidir continuamente. Lo primero que hacemos nada más despertarnos por la mañana es tomar la decisión de levantarnos o de zanganear unos minutitos más, aprovechando el calor de la manta. Y desde ese momento, empezamos a escribir la historia de nuestro día.
Ayer tomé una decisión casi intrascendente pero muy importante para mí. Y desde que lo hice, todo me favorece, la vida parece que se abre a mi paso y me ayuda a seguir adelante, sin mirar atrás, sin tiempo para poder arrepentirme de una decisión que, de momento, no es más que positiva. Espero que en unos meses, los resultados sigan siendo tan buenos y yo mantenga esta actitud positiva de miércoles por la tarde con lecturas chaucerianas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario