Adoro el romancero viejo.
Cada mayo recuerdo a mi profesor de literatura medieval en Salamanca enseñándolos a interpretarlo y a disfrutarlo.
Pero este mayo es un mayo de exámenes. Sigo recordando el romancero y esta vez me identifico con el preso que tiene ganas de cantarle al mundo. A veces las circunstancias nos aprisionan y nos cuesta salir de nosotros. Pero las circunstancias de mayo siempre nos llenan un poquito de sabiduría, así que habrá que compensar la falta de libertad física con el exceso de libertad y creatividad mental.
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