30 de enero de 2012

"Sé elegante, especialmente en las situaciones adversas"


No sé cómo se llaman las listas de consejos de buen funcionamiento del alma que contienen más de diez puntos. Dice la RAE que, aunque no sean diez, son decálogos. Así que me referiré a esta lista de veinticuatro "normas o consejos" a la que voy a mencionar aquí, como el decálogo de Manuel.

Pues bien, el punto 16 del decálogo de Manuel dice eso: "Sé elegante, especialmente en las situaciones adversas". Creo que Manuel se está especializando, poco a poco, en elegancia y belleza. La estética, en general, la de fuera y la de dentro, ha sido un tema recurrentísimo en la extensa historia de su blog, desde aquel famoso tratado sobre la mierda, hasta sus últimas entradas, muy centradas en el feminismo y la mala enseñanza del término. 
Cuando leí el decálogo de Manuel la semana pasada, hice dos copias: pegué una en mi despacho, a la vista de los alumnos más curiosos y de mí misma, y dejé la otra cerca de mi sitio de trabajo en casa, un papel sobre una pila de libros que me recuerda que soy un ser humano y que tengo valor en mí misma por mi humanidad. 

¿Por qué digo esto? Porque en los últimos días, leyendo las entradas de Manuel sobre el feminismo y considerando el tema con alumnos, compañeros de trabajo y amigos, he empezado a sentir que el mundo malinterpreta el concepto y no solo eso, sino que le da la espalda a la idea de feminismo confundiéndolo con lo que algunos han dado en llamar "hembrismo". Profundizando un poco más sobre la idea con mi amiga B., compañera del colegio, profesional indiscutible, mujer de garra y homosexual, he empezado a replantearme el valor que se nos da a las mujeres en el colegio. He añadido la etiqueta de homosexual para definir a B. porque creo que no sólo es algo con lo que ella misma se define, sino que es fundamental para entender algunos de los comportamientos que su sola presencia despierta. Ella misma me ha confesado que su abierta homosexualidad ha empezado a no serlo tanto desde que trabaja en el colegio. Parece ser que aquí pierde valor su profesionalidad, su destreza y su fuerte personalidad en cuanto se menciona la orientación sexual. Porque a las lesbianas se les atribuyen cualidades tradicionalmente atribuidas a los hombres, entonces es normal que una lesbiana sea tan profesional como un hombre, tan diestra como un hombre y con una personalidad tan bien desarrollada como un hombre. Pamplinas. Yo a eso lo llamo sexismo y homofobia.

El asunto es que antes de hablar más largo y tendido con ella sobre este tema, no me había parado a pensar en él. Sí que es cierto que desde el principio llevo observando como a mis homólogas francesas se les trata como puros objetos de una belleza indiscutible para algunos, muy discutible para mí. La belleza no es solo un rostro bonito, la belleza tiene sus raíces en el cerebro. Cada vez lo tengo más claro. El caso es que siempre he tratado de disociar los conceptos asistente de conversación y cara bonita. Me he mantenido siempre al margen del piropo fácil y he querido que me traten por lo que soy, no por cómo soy -por fuera, entiéndase-. Y he observado con total indignación como decenas de veces se nos ha dado la espalda a otras compañeras y a mí por no tener piernas esculturales, la sonrisa siempre dispuesta y un comentario gracioso y carente de sustancia que decir. 

Lo que al principio me parecia una falta total de respeto hacia nuestras personas y un derroche de mal gusto y machismo por parte de ellas y de quienes han estado dispuestos a recordarles lo guapísimas y divertidísimas que son, se ha convertido en los últimos días en la certeza de que las mujeres competentes con las que me rodeo son tratadas con indiferencia. Por el mero hecho de pertenecer al grupo "asistente de conversación" se me ignora. Se me ignora porque parece que el único valor positivo que sirve en el grupo es la cara bonita, la minifalda y el escote que enseña el sujetador. Repugnante, sí señor. Pero asisto a este espectáculo a diario. Y me siento estúpida por no haber sido plenamente consciente de ello hasta hace prácticamente una semana. Ahora lo veo todo más claro. Y estoy más indignada.

En los últimos tiempos he asistido a un proceso de devaluación de mi persona que no había experimentado nunca. Es cierto que no todo el mundo en el colegio es así, simplemente mi departamento, la gente con la que tengo que pasar más tiempo. Es cierto que mi posición es difícil porque no soy hablante nativa, porque no tengo la rapidez y el ingenio en inglés que tengo en español. Es cierto que muchas veces me callo porque temo actuar precipitadamente en una cultura que tanto y tan poco se parece a la cultura en la que me he críado. Pero también es cierto que tengo la sensación de que se está desaprovechando mucho de lo que yo puedo aportar al colegio. Valor humano desperdiciado por un jefe que, a estas alturas de la película, ya no sé si es sexista, se siente amenazado, es simplemente ignorante de la situación o está despistado. Tras la última falta de interés por su parte he decidido empezar a jugar sucio, hacer la guerra por mi cuenta, moverme libremente por el colegio, asociarme con los buenos

He acuñado para mí misma el concepto "Women power" y he decidido dar yo la espalda a los hombres y a estas mujeres objeto que viven aquí conmigo. Hasta que el decálogo de Manuel se me ha aparecido frente a mí, cuando los ojos estaban a punto de llorar por la rabia y la angustia de quien se siente menospreciada. He llegado al punto 16, Sé elegante, especialmente en las situaciones adversas. Lo he releído, me he quedado colgada de la idea, la he paladeado durante un rato. Me he repensado. He repensado a mi jefe y mi idea de darle la espalda y hacer la guerra por mi cuenta. El mandamiento 16 se me ha quedado atascado. No he pensado en trajes de seda, zapatos de tacón y peinado de peluquería. He pensado en la elegancia que mis padres me inculcaron, la del respeto, la de la buena educación, la que hace quedar siempre por encima, a pesar de haberse sentido diez minutos atrás como un insectito pisoteado. Y he decidido ser elegante. Porque esta es una situación adversa. Pero ya lo veo todo claro, ya estoy al tanto de ello, ya se me cayó la venda de la indiferencia. Ahora, seguiré por el punto 23.

"Construye aquello que no existe, como la vida, el amor...". La igualdad y el sentido común.


2 comentarios:

Elvira dijo...

Siento de verdad que te sientas así y me alegro de que hayas tomado esa decisión. Siendo yo también auxiliar de conversación, nunca me había planteado este tema del que hablas. ¿Lo has hablado con alguien de otro colegio? ¿Crees que es cosa de tu cole en concreto, del país...? Espero que consigas hacerte tu hueco y que consigas demostrarles todo lo que vales y todo lo que tienes que aportar.

Un abrazo,
Elvira.

Falsirego dijo...

Gracias, Elvira. Creo que es el colegio, no el país. Creo que aquí se puede encontrar lo mejor y lo peor de Londres. Simplemente eso, y que se me ha despertado la conciencia y lo veo todo aumentado al triple. Ese es el problema.
Pero confío en que las cosas cambien. Con paciencia y elegancia se podrá lograr. Estoy segura.

Un beso fuerte.