31 de mayo de 2012

The End of the Road

Kiran, uno de mis alumnos mayores, lo definía así: "the end of the road". La semana pasada tuvieron su última clase. Celebraron la marcha del colegio bailando la conga por los pasillos del edificio. Cantaron, irradiaban la felicidad de eso que ellos llaman libertad, lo que creen que les espera ahora, una vez terminan su etapa escolar.

Esta mañana pensaba que yo también estoy en una especie de final de camino, aunque prefiero imaginarlo más como una encrucijada. Hoy es el último día de mayo, lo que significa que queda solo un mes para decir adiós definitivamente a este año. Este también es mi final de camino particular. Un final de camino que por mi naturaleza ritualística y supersticiosa tiene más connotaciones que el mero hecho del fin por el fin. En un mes y unos días habré alcanzado una "pequeña cumbre" vital, habré vivido un cuarto de siglo completo. En un análisis rápido de mi cuarto de siglo, puedo confesar que he vivido, robándole las palabras a Neruda. He vivido muchas cosas, he vivido con muchas personas y estoy muy satisfecha de las cosas que he hecho. En un mes, si todo sale bien, habré finalizado filología inglesa -por cierto, deséame suerte, hoy hago uno de los últimos exámenes, la literatura renacentista inglesa de los poetas metafísicos-; lo que supondrá mi fin como estudiante. Relativamente, por supuesto. Nos pasamos la vida aprendiendo, somos estudiantes imperfectos hasta el fin de nuestros días y ni siquiera el cambio de rol, el paso del pupitre al encerado significa un cambio de nomenclatura. Estudiantes somos todos. Y lo somos de por vida. Sin embargo, que el paso sea oficial, saber que no hay exámenes pendientes, que no hay que correr por terminar de leer esa novela y analizarla o que no hay perspectivas ni a corto ni a largo plazo de escribir un trabajo, supone un alivio intelectual interesante. Un alivio que querré desaliviar en unos meses cuando llegue la nostalgia del aprendizaje formal.

Para mí, que vivo los finales de ciclo o etapas de una forma tan sensitiva, me parece que este año no podría terminar de una forma más redonda. Final de Londres, final de un cuarto de siglo, final de los estudios. Y más allá, al fondo, la incertidumbre. ¡Quién les hubiera dicho a los veinteañeros de hace un siglo que tras el primer cuarto seguiría la incertidumbre! ¿Qué será lo que nos espera al final de este camino particular? Desde luego otros muchos más. No hay fin. Que no, que hay solo una pequeña señal de stop, un repostaje, un cargarnos de energía para continuar viviendo. Y aprendiendo.


2 comentarios:

Manuel Casal dijo...

No creo que tú necesites mucha suerte, pero, en todo caso, que la tengas. Escucha mucha música, que la música lleva más fácilmente a cualquier sitio. Un beso.

elgritodeltiempo dijo...

good luck!

las etapas terminan; paciencia con la vuelta, al principio cuesta pero siempre surge algo que te hace ver lo bueno de volver ;)
un beso!
p.