Y hablando de olvidar...
Joaquín Sabina, con el indicativo
y Luis Cernuda con subjuntivo:
DONDE HABITE EL OLVIDO
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
--
Cernuda otorga el beneficio de la duda al olvido, porque ¿sabemos si de verdad habita en alguna parte?, por eso utiliza el subjuntivo. Sabina (creo que la letra es de Enrique Morente), sin embargo, emplea el indicativo, parece que sabe donde está el olvido.
¿Vosotros qué opináis?
3 comentarios:
silencio no me gusta sabina ..no estoy enamorado de sabina..quiza mañana me guste sabina???
¡Menuda tarea propones, Falsirego! A mí me es más difícil analizar la poesía que la filosofía, aunque en el fondo es posible que sean lo mismo. Te digo lo que me sugieren los textos.
El olvido existe sólo en la medida en que no existe la memoria. Es, por tanto, un concepto sin contenido. Se podría decir que vacío. Si no lo fuera, sería memoria.
Me parece que ambos autores usan una metáfora que tiende una trampa al oyente y al lector: el olvido no es ni puede ser un lugar. No es algo físico ni materializable. Es un mecanismo psicológico que se puede activar de manera involuntaria o bien se puede forzar para que más o menos se ponga en funcionamiento.
Cernuda parece que expresa lo que desea olvidar, las consecuencias que querría que tuviera un olvido involuntario, aunque necesitado, que sobrevendría sin ser buscado y que, en cierto modo, se podría equiparar con la muerte. Como de la muerte, o sea, de la nada, el poeta no sabe nada, es posible que por eso use el subjuntivo.
Sabina, en cambio, yo creo que habla de un olvido buscado, al que sabe que se puede llegar. Porque, si se quiere, se puede olvidar, al menos transitoriamente. ¡Cuánta gente ha bebido y bebe para olvidar! Por no hablar de otras ingestas. Quizás por eso emplee el indicativo.
En ambos casos, olvidar es huir. Con más o menos angustia o con más o menos necesidad, pero huir. Yo creo que, no sólo la droga, sino también muchos artefactos tecnológicos actuales podrían analizarse en clave de huida en busca del olvido. Existir olvidando que se está vivo creo que es el deseo más o menos inconsciente de mucha gente hoy.
Esto es lo que pienso yo, pero quizás esté equivocado y no tenga mucho sentido nada de lo que digo. Pero eso es la vida.
Ahora voy a salir a tomar algo, pero no para olvidar, sino para gozar con un buen vinito y una buena tapita o, a ser posible, dos. ¿Te imaginas lo que pensaría un bodeguero, que tanto tiempo y trabajo echa para que salga un vino bueno, al saber que alguien se lo bebe para olvidar? Un beso.
Espero que te sentaran bien el vinito y la tapita.
Con respecto al olvido, yo creo más bien, que se trata de una búsqueda. Cuando olvidamos, sea voluntaria o involuntariamente, estamos buscando algo: buscamos un futuro: "y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido" dice Sabina, y tiene razón; también buscamos cambiar el pasado dentro de nuestra mente, intentando desechar aquello que no deseamos que permanezca en nuestra memoria. Pero también buscamos la nada.
En cualquier caso, intentar olvidar voluntariamente es seguir recordando, porque se sigue haciendo trabajar los mecanismos de la memoria para incrustar en lugar de un determinado suceso, otro que nos conviene más, que nos hace olvidar. Verdaderamente intentar olvidar es perder el tiempo, se haga como se haga. Y analizando literariamente los dos textos, a mí sí que me gusta pensar -sin metáforas- que el olvido es un lugar, una bolsa de aire donde van a parar aquellas cosas que no resultaron en su día lo suficientemente interesantes como para que dejaran huella en nuestra memoria. Si de verdad existiera esa bolsa, además de tener a mano el olvido, tendríamos a mano la memoria.
Feliz domingo de olvidos o recuerdos.
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