Esta entrada es puramente improvisada. Tiene que ver, de nuevo, con aprender. Y
se la dedico, sobre todo, a Julia, aunque ella sea incapaz de entenderla ahora.
Estamos acostumbrados a entender el aprendizaje como un mero trasvase de conocimientos de un recipiente a otro. La mayoría de las veces en contextos de rígido academicismo y siempre haciendo intervenir la figura de un maestro o profesor o de un padre.
De lo que pocas veces nos damos cuenta es de la posibilidad de aprender por nosotros mismos, por medio de la reflexión y la búsqueda de soluciones a nuestros problemas. De ahí expresiones como "Aprendí mucho de aquello que me pasó y tendré más cuidado la próxima vez". Uno también aprende observando y hablando con otras personas (sin darse cuenta de que está aprendiendo con ello y disfrutando de esas acciones que realiza). Así aprender deja de ser una tarea que hay que hacer, para convertirse en una acción involuntaria de nuestro organismo, como puede ser respirar.
Cuando uno se da cuenta de eso y tiene en sus manos la posibilidad de enseñar algo, puede cambiar el método de enseñanza de modo que el aprendizaje que provoca sea un acto involuntario y no un deber o una obligación difícilmente cumplible.
De esto me he dado cuenta hoy, rodeada de profesores, aprendiendo la difícil profesión de la enseñanza y descubriendo que sólo a través de la experimentación y la vivencia real uno aprende: mirando cosas que a uno le interesan, traduciendo complejos mensajes con consomés y presas de carne de por medio, mostrando interés por los otros y bebiendo agua cuando el resto bebe vino o cerveza.
Aprender no es difícil. Aprender es estar en el mundo con los ojos lo suficientemente atentos y ser sensible a lo exterior. Cuando entendamos que es así de fácil, que a veces el conocimiento llega sin esfuerzo, entonces seremos capaces de transmitirlo así.
Ojalá me llegue pronto el momento de saber transmitir esto a los alumnos.
De lo que pocas veces nos damos cuenta es de la posibilidad de aprender por nosotros mismos, por medio de la reflexión y la búsqueda de soluciones a nuestros problemas. De ahí expresiones como "Aprendí mucho de aquello que me pasó y tendré más cuidado la próxima vez". Uno también aprende observando y hablando con otras personas (sin darse cuenta de que está aprendiendo con ello y disfrutando de esas acciones que realiza). Así aprender deja de ser una tarea que hay que hacer, para convertirse en una acción involuntaria de nuestro organismo, como puede ser respirar.
Cuando uno se da cuenta de eso y tiene en sus manos la posibilidad de enseñar algo, puede cambiar el método de enseñanza de modo que el aprendizaje que provoca sea un acto involuntario y no un deber o una obligación difícilmente cumplible.
De esto me he dado cuenta hoy, rodeada de profesores, aprendiendo la difícil profesión de la enseñanza y descubriendo que sólo a través de la experimentación y la vivencia real uno aprende: mirando cosas que a uno le interesan, traduciendo complejos mensajes con consomés y presas de carne de por medio, mostrando interés por los otros y bebiendo agua cuando el resto bebe vino o cerveza.
Aprender no es difícil. Aprender es estar en el mundo con los ojos lo suficientemente atentos y ser sensible a lo exterior. Cuando entendamos que es así de fácil, que a veces el conocimiento llega sin esfuerzo, entonces seremos capaces de transmitirlo así.
Ojalá me llegue pronto el momento de saber transmitir esto a los alumnos.
1 comentario:
A este texto yo le pondría un marco de oro.
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