23 de febrero de 2009

"Estos días azules y este sol de la infancia"

Y el mar vuelve a aparecer. Con el ejército republicano en retirada, el 27 de enero de 1939, van unas sombras humanas. Aún dura la de aquella muchachita que se casó en 1873, pero ahora es una pobre mujer huyendo en una ambulancia. Los fugitivos quedan abandonados en la frontera, diluvia, los papeles del hijo se dejan en el vehículo. ("La madre de don Antonio, de ochenta y cinco años, con los cabellos mojados, era una belleza trágica"). Les dan pan blanco y queso. En un coche puede entrar el poeta enfermo; sobre sus rodillas se acomoda la madre. Los dos van hacia la morada de la eterna quietud; no sobre delfines, sino a través de funcionarios burocráticos. Cerbère, Colliure. Ya era el 28 de enero. Una sola vez salió el poeta de la pensión; viendo las barcas de pescadores, dice a su hermano Pepe: ¡Si pudiera vivir detrás de una de estas ventanas, libre de todas preocupaciones!. El 19 de febrero empeoró y moría el día 22 por la tarde. Los símbolos vuelven: era un miércoles de ceniza, frente quedaba el mar. La madre, tierra, mar, soledad desde 1893, ya no hacía falta para más desamparos; era la lamparilla que se extinguía cuando falta el aceite. Tres días después, el 25 de febrero, iba en busca del hueco recién abierto para el hijo. Entre aquel jubiloso salto de delfines y este mar gris de febrero había vivido un grandísimo poeta. Eran unos años -¿muchos, pocos?- en los que el tiempo no se detuvo, pero que ahora, al contemplar una obra sin límites, se nos antojan muchísimos, o muy pocos para lo que quisiéramos tener. El último verso del poeta, solo, aislado, reza simplemente: "Estos días azules y este sol de la infancia". Volvía el tiempo, el gran tema de Machado, pero buscando premoniciones en sus versos -¿cuántas veces se recordó el Autorretrato?-, la tarde del 22 de febrero había sido entrevista y, fatal, se había cumplido.

(Y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera, XXI)


Texto escrito por Manuel Alvar en ANTONIO MACHADO. Poesías Completas. Ed. Espasa. Colección Austral. Ed. 2001.



Me habría gustado escribir algo a mí. Recordar la figura de Antonio Machado desde la distancia de estos 70 años que separan aquella tarde de la tarde de ayer. Sin embargo, he leído tantas veces estas líneas de Manuel Alvar y me gustan tanto, que simplemente las comparto hoy contigo. Volviendo a amar la poesía.

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