Hace unos días, una profesora alemana de español me dijo cuáles eran los libros en español que leía con sus alumnos. Me recomendó algunos que yo no había leído y los olvidé cinco minutos después. Varios días más tarde, en Hamburgo, paseando por una librería interesante con postales de Käte Kollwitz, vi un título que me recordó a aquéllos que me había recomendado. Estaba en español con anotaciones en alemán. Bien, pensé, así podré aprender algunas palabras en alemán. Lo compré. Y no empecé a leerlo hasta ayer.
Luis Sepúlveda escribió este fantástico relato para sus tres hijos Sebastián, Max y León. Un día, hablando con Yolanda sobre literatura infantil, ella me dijo que no estaba muy interesada en este tipo de género. Le di la razón en algunos aspectos, pero no en otros, porque creo que hay muy buena literatura infantil: la que va dirigida a toda la humanidad. Las fábulas son el mejor ejemplo de literatura infantil, y también el mejor ejemplo de literatura universal. Esta Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, es la fábula más bella que he leído en años. Creada para convertir en héroe a un gato agonizante, narra la importancia de la amistad, el apego a la tierra donde uno nace o vive, la necesidad de encontrar el lugar propio de cada uno y también la posibilidad de sentirse un igual entre diferentes. Habla sobre la vida, sobre la muerte, sobre la imaginación, sobre las relaciones entre humanos y animales, sobre el respeto y la tolerancia. Habla sobre el mar, la tierra, el cielo y la poesía. ¡Habla de tantas cosas en tan pocas páginas!
Leer es encontrarse, y yo me he encontrado en las páginas de este libro finito y desapercibido. Leer es entrar en contacto con el mundo y sentirse más libre. Yo, estos días en Hamburgo, me he sentido en contacto con el universo entero leyendo estas páginas. He pensado en generaciones de niños leyendo este relato maravilloso y he sonreído imaginando el bien que les haría.
Intuyo, lector, que ahora estarás interesado en leerlo. Te recomiendo Hamburgo para hacerlo, o cualquier asiento cómodo desde el que dibujar mentalmente el puerto, San Miguel y todas las gaviotas que, sin darse cuenta, te narran su historia y la de Afortunada.
Ahora dos citas para ir abriendo el apetito de lectura:
“En tu vida tendrás muchos motivos para ser feliz, uno de ellos se llama agua, otro se llama viento, otro se llama sol y siempre llega como una recompensa luego de la lluvia. Siente la lluvia. Abre las alas”.
“El humano acarició el lomo del gato.
- Bueno, gato, lo hemos conseguido –dijo suspirando.
- Sí, al borde del vacío comprendió lo más importante –maulló Zorbas.
- ¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que comprendió? –preguntó el humano.
-Que sólo vuela el que se atreve a hacerlo –maulló Zorbas.”
[Es el mejor final para una historia como esta. Es el mejor final para este viaje].
Münsterdorf, 19 de febrero de 2009.
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