Como ya dije en la entrada anterior, ayer comencé a trabajar. No me ha entrado el síndrome postvacacional (¡yuhuu!), todavía tampoco me ha dado el síndrome del quemado y, como veis, he retomado con fuerza el blog. Eso sí, llevo desde mediados de agosto con el síndrome de "Quiero que llueva o refresque. En Madrid me muero de calor", que suena a grupo de Facebook. Ante eso no se puede hacer nada. Tampoco puedo hacer nada ante el cansancio que provoca la falta de costumbre de madrugar (tanto) y tirarse seis horas seguidas ejerciendo la profesión (al menos los previos, como dirían en el fútbol).
Por eso hoy tengo que agarrarme al rock estatal de los martes. Para seguir despierta y, por qué no, para que a mí la luna me sepa a mucho.
La luna me sabe a poco,
de Marea.
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