Estamos llenos de pérdida, rodeados de ella por todas partes. Siempre perdemos algo. A veces, cosas sin importancia, el tercer boli negro de la semana, el tren a Salamanca. Lo que duele es cuando lo que pierdes es algo que te ha conformado como lo que eres. Cuando de lo que has perdido sólo te va a quedar el recuerdo feliz de los días de la infancia y adolescencia. Entonces hay que recurrir a la memoria, a las anécdotas y batallitas. Hay que convertirse de repente en un viejo de veinte años, como aquel en que se convirtieron los Celtas Cortos en "La senda del tiempo". Pero de eso vivimos, de presente y pasado a partes iguales. Eso somos. La pérdida nos constituye como seres materialistas. Si no necesitásemos de lo otro, de los otros, del Otro, no percibiríamos la pérdida. Pero está ahí. Es un hueco que se hace en el presente y queda anclado al pasado.
Vivimos con la certeza de la pérdida, pero aún así somos capaces de vivir felices. Eso es lo más fascinante del ser humano.
Voy a echarte de menos.
2 comentarios:
Que la pérdida del otro sirva para que te encuentres tú con más ganas de vivir que nunca.
Un abrazo muy grande.
Un abrazo
Javi
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