Salir a la calle y sentir el sol de la primavera es una de las mejores sensaciones del mundo. Como la de recibir el mensaje de un amigo. Como el beso del padre. Como el sabor del dulce de leche. Como ver asomarse a cualquiera de mis gatos por la ventana del salón.
Disfruta del sol como del resto de cosas maravillosas que la vida hoy nos regala.
Encuentros
5 de abril de 2015
3 de abril de 2015
Brutal violencia de género
Esta mañana, mientras consultaba la prensa, me ha vuelto a asaltar la terrible sensación de que el terrorismo está más que nunca conviviendo con nosotros día a día.
El otro día leí por algún lado que el número de víctimas del terrorismo (aunque no sé bien de qué terrorismo se trataba, porque ese dato no aparecía) era menor que el número de mujeres víctimas de la violencia doméstica, de género o contra las mujeres. Nunca sé muy bien qué término emplear, porque existe muchísima controversia a ese respecto. En cualquier caso, parece que la violencia de género es un modo (como otro) de terrorismo, aunque más atroz si cabe, puesto que nace en nombre del amor y de sus enemigos más feroces, los celos, la envidia.
Es posible que no sepamos amar.
Es posible que no hayamos aún aprendido a tratarnos como seres humanos, que seamos tan utilitaristas que continuemos pensando que las personas, como las cosas, nos pertenecen y cumplen una función, un fin, un objetivo.
Quizás, el hombre o la mujer que maltrata a su pareja quiere ejercer sobre ella una superioridad que trate de calmar sus traumas, sus complejos más íntimos.
En definitiva, aún tenemos que aprender a socializarnos, a vivir el día a día sin la lacra de una violencia que nos atraviesa de parte a parte y a veces de modo tan subrepticio que realmente nos creemos que solo existe a ratos, o que solo existe en la televisión, a las tres de la tarde, cuando dan las noticias.
¿Qué se puede hacer para acabar con la violencia? Creo que unos años atrás las cifras de muertes eran menores, se dedicó mucho más presupuesto a luchar por ese problema y el hecho de que existiesen consejerías y que la palabra Mujer estuviese tan presente, nos concienció a todas sobre el problema y nos hizo permanecer alerta ante situaciones absolutamente intolerables. El gobierno actual, cuyas tijeras han arrasado con cualquier ápice de interés social, está masacrando la integridad de la mujer, se está poniendo en contra de las víctimas y al lado de los verdugos, y está consintiendo horrores nunca antes vividos por la sociedad del bienestar que ellos se empeñan en recordarnos que están recuperando. Solo se ataca la violencia desde el diálogo, desde la administración, desde el cariño. Pero este gobierno no es cariñoso, es igual de violento que los cientos de hombres que han asesinado, sin compasión, a sus parejas (e hijos, en algunos casos). Y la violencia, creo, solo genera más violencia.
En unos meses está en nuestra mano actuar contra un gobierno que nos está matando (literalmente). Día a día también podemos intentar actuar, denunciar, extender un mensaje de cambio posible. Cada uno desde su trabajo, con la gente con la que se cruza. Hagamos algo. Esta situación ya roza lo inhumano.
2 de abril de 2015
Cerrar los ojos
A veces, solo se necesita cerrar fuerte los ojos, evocar un sabor, un olor, un paisaje y una melodía.
Abril
No sé qué me pasa en abril. De año en año recuerdo que tengo un blog y me dan ganas de reabrirlo. Las ganas de escribir no son tan grandes. Y como cambié varias veces la denominación de la página web, quizás ni mis antiguos seguidores estén pendientes de si escribo o no.
Por eso, y refugiándome en la anonimia de internet, volveré a escribir poemas sueltos. Aquí. Para que los leamos solo yo y aquel despistado que caiga aquí sin pretenderlo. Para que trabemos una línea muy fina, casi imperceptible, entre lo que yo escribo y lo que tú lees.
Atarme al blog desde la poesía es otra forma de sentirme de nuevo en abril: viva y activa.
De momento, y ante la imposibilidad de la creación propia, dejaré unos versos sueltos, desvanecidos, de José Ángel Valente, un gran desconocido.
Por eso, y refugiándome en la anonimia de internet, volveré a escribir poemas sueltos. Aquí. Para que los leamos solo yo y aquel despistado que caiga aquí sin pretenderlo. Para que trabemos una línea muy fina, casi imperceptible, entre lo que yo escribo y lo que tú lees.
Atarme al blog desde la poesía es otra forma de sentirme de nuevo en abril: viva y activa.
De momento, y ante la imposibilidad de la creación propia, dejaré unos versos sueltos, desvanecidos, de José Ángel Valente, un gran desconocido.
POEMA
Cuando ya no nos queda nada,
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.
2 de abril de 2014
Estilo indirecto
No sé si por deformación profesional, o por simple gusto, siempre me han gustado los mensajes escondidos: el tener que adivinar en el laberinto de las palabras el mensaje que quería mandar el autor.
Últimamente, aunque intuía que había algún mensaje oculto en sus miradas, los silencios raros o el mal tono, no llegaba a adivinar por dónde iban los tiros. Los comentarios eran difícilmente analizables y mi estrés de las últimas semanas tampoco favorecieron mi lucidez mental.
Mientras el lunes hacían un control sobre literaturas de principios del siglo XX, yo les miraba desde la mesa. La cumpleañera me sonreía como siempre lo hacía: sonrisa dedicada. Me fijé en que comenzó el control con la pregunta sobre la Generación del 27 y que escribió mucho y con pasión. Volví a pensar en mí misma y sonreí para mí. Odié por un instante -el instante ritual de todos los días- la obligada distancia que debemos mantener con los alumnos. Lo odié con todas mis fuerzas. Deseé poder llegar a clase con un regalo envuelto y dedicarle yo también una sonrisa y unos poemas. Pensé en varias opciones: algo de Lorca, de Miguel Hernández o de Neruda. Los dos primeros por combativos, el último, por hermoso. Lo pensé durante varios días. Lo del regalo. Pero al final lo retiré y me consolé con el abrazo y los dos besos de la mañana. La había sentido triste durante semanas y quería transmitirle, con mi propio estilo indirecto, que estaba preocupada. Podía haber mandado a la mierda convenciones: la del profesor y su obligada distancia, la de la imposibilidad de entablar una relación que pudiera acercarse a la amistad con una alumna, la de que otros compañeros, suyos o míos, hablaran de favoritismos... Yo creo que cuando nace una conexión con alguien, por extraña que sea, hay que darle prioridad a eso. Y como yo la sentía triste, me dio más pena aún la sequedad y seriedad del "feliz cumpleaños, ¡qué mayor ya!"; lo mismo que había repetido a otras tantas en los meses anteriores.
Marzo finalizaba y nacía Abril. Una metáfora preciosa. Sobre todo para mí tan fan de este mes: de su revolución, de los libros, de las canciones de Sabina, de los amores fugaces, del sol. Sin embargo, este año Abril llega triste, con lluvia, como si llorara. Y a mí, en mi empeño por creer en los mensajes encubiertos -también en los del mundo-, me parece que el mes nos acompaña en la tristeza.
Aún no he llegado a averiguar del todo qué pasa. Aún no. Pero yo me empeño en seguir la pista de los mensajes indirectos. Y también, con este estilo indirecto mío, escribo esto para que a la ya no cumpleañera le llegue el mensaje de que a pesar de estar detrás de la mesa del profesor, también estoy a su lado. Y que, a veces, aunque no se deba porque la profesionalidad es lo primero, vaya a estar siempre más al lado de unos que de otros.
Con este mensaje críptico que solo dos personas entenderemos y que quedará para siempre entre nosotras, yo lanzo un canto de esperanza, como los de Neruda. Y podría desencajar los versos de varios poemas de Lorca o Hernández, regalárselos, para que vea que los diferentes siempre han sido los que más han sufrido. Pero que hay soledades silenciosas que al final también son compartidas. Y en este silencio indirecto, dejo escapar los versos de otro poeta libre, de los que canta a la libertad como a nosotras nos gusta escucharla. Y los mensajes indirectos.
2 de marzo de 2014
¡Ay de mí! (mitómana y apasionada)
Los que me conozcáis bien, sabréis de mi tendencia a la mitomanía. Suelo mitificar las cosas y a las personas, quizás por mi apasionada visión de la vida o qué se yo, porque soy una filántropa enamorada de todo y de todos.
Los que me conocéis bien, sabéis de mi pasión sin límites por el actor y director de teatro -en realidad esa descripción se quedaría muy corta, pero así es como se le conoce públicamente- Sergio Peris-Mencheta. El enamoramiento comenzó absurdamente, viendo algún capítulo de alguna de las series comerciales en las que aparece, pero poco a poco fui siguiendo su trayectoria profesional y asistiendo a sus producciones teatrales. Todas me han hecho pensar y reflexionar (como todo buen teatro, por otro lado). Y lo que nació siendo un puro deleite visual (para gustos los colores, pero que nadie me niegue que es todo un hombre) se acabó convirtiendo en pura admiración. Ninguna de sus intervenciones públicas debe dejar a nadie indiferente: cuando habla de cultura, de trabajo, de superación, de esfuerzo por las cosas bien hechas, de su familia, en fin, de lo que sea... es como si, sin proponérselo, estuviera dando lecciones de vida, pero no desde la prepotencia o la soberbia, no, desde la vida misma, con naturalidad.
He tenido suerte de habérmelo cruzado y haber cruzado alguna que otra palabra con él en alguna de las representaciones que ha dirigido y a las que he asistido. He tenido suerte de que asistiera. O quizás es que es de esos directores que siempre asiste a las representaciones de su equipo. Un equipo fantástico, por cierto. Porque Peris-Mencheta se codea de actores para quitarse el sombrero (Juan Diego Botto, Roberto Álamo, Marta Solaz, Mario Gas, Tristán Ulloa, Javier Tolosa y todos los demás) y él mismo es un actor que merece ovaciones (recuerdo el escozor de las manos en el aplauso tras la representación de Julio César, hace unos días en el Teatro Bellas Artes).
Hoy, en su cuenta de Facebook nos decía:
Ay de mí
cuando no me cuestiono,
cuando no me re-invento,
cuando mi deseo brilla más que mi lucha,
cuando sólo llego y no camino,
cuando repito lo que dijo papá,
cuando tarareo un estribillo sin conocer la canción,
o entono el himno sin entender la letra.
Ay de mí
cuando leo, y sólo me leo a mí mismo,
cuando miro y sólo me veo a mí.
Ay de mí, cuando "guerreo" por la paz,....
Y ¡ay de mí!,
al fin,
cuando ignoro que ignoro.
Y sí señor, ¡ay de nosotros! cuando todo eso ocurre. Su alegato, el de Peris-Mencheta y el que todos deberíamos hacer nuestro es: cuestiónate, reinvéntate, lucha, haz camino, no repitas viejos esquemas, sabe bien de lo que hablas, lee y mira con ojos de universalidad, olvídate de tu ombligo, busca la paz pacificando y sé consciente de lo que ignoras, porque eso te enseñará a vivir, a posicionarte en el mundo de otra manera más sensata, más humana, más social.
Gracias por la lección que nos das, sin tú pretenderlo, Sergio. Porque como figura pública que eres, te mojas siempre: cuando te subes en un escenario o cuando te quedas detrás o cuando escribes en las redes sociales defendiendo a amigos e ideales en los que crees. Gracias por hacer una cultura más libre y más inteligente; una cultura que nos hace vibrar. Mi mitomanía es uno de mis vicios, pero ay de mí si este vicio no me acercara a gente de tanto valor.
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10 de febrero de 2014
Volver
Volver.
Volver.
Volver.
Varias entradas con la palabra "volver" en el título, no es la primera. Esta vez me ha vuelto a picar el gusanillo de la escritura. Escribo porque me he visto a mí misma esta tarde, todavía en el colegio, antes de bajar a comer. Me he visto hace diez años. Quizás más alta, más delgada y con los ojos más claros, pero era un poco yo también. Hay veces que tenemos que removernos por dentro a través de los otros para reencontrar un poco de la esencia que habíamos creído perdida. ¡El blog era una parte tan mía! Igual que lo son mis ganas de decir. Es posible que creyera que se había terminado el interés en lo que tenía que decir. A lo mejor lo que se había terminado era eso del exhibicionismo de lo escrito.
Y no sé muy bien qué es lo que ha renacido de repente. No sé si ha sido esa yo mía de hace diez o doce años que me ha sonreído hoy en el colegio antes de comer. Me he reconciliado con mis ganas de escribir, con el exhibicionismo escritor, con cómo estoy haciendo las cosas. Y aún no sé si las hago bien o no. Me he reconciliado conmigo misma al ofrecerme la posibilidad de volver a leerme.
Si volviera atrás diez o doce años, creo que no vendría a verme y sonreírme un día en el colegio antes de bajar a comer. Tampoco creo que nadie hubiera venido del futuro a decirme que escribiera. Quizás lo habría necesitado. Pero es que el tiempo cambia mucho a las personas. Y para eso estamos, también para cambiar algunas cosas.
Volver.
Volver.
Varias entradas con la palabra "volver" en el título, no es la primera. Esta vez me ha vuelto a picar el gusanillo de la escritura. Escribo porque me he visto a mí misma esta tarde, todavía en el colegio, antes de bajar a comer. Me he visto hace diez años. Quizás más alta, más delgada y con los ojos más claros, pero era un poco yo también. Hay veces que tenemos que removernos por dentro a través de los otros para reencontrar un poco de la esencia que habíamos creído perdida. ¡El blog era una parte tan mía! Igual que lo son mis ganas de decir. Es posible que creyera que se había terminado el interés en lo que tenía que decir. A lo mejor lo que se había terminado era eso del exhibicionismo de lo escrito.
Y no sé muy bien qué es lo que ha renacido de repente. No sé si ha sido esa yo mía de hace diez o doce años que me ha sonreído hoy en el colegio antes de comer. Me he reconciliado con mis ganas de escribir, con el exhibicionismo escritor, con cómo estoy haciendo las cosas. Y aún no sé si las hago bien o no. Me he reconciliado conmigo misma al ofrecerme la posibilidad de volver a leerme.
Si volviera atrás diez o doce años, creo que no vendría a verme y sonreírme un día en el colegio antes de bajar a comer. Tampoco creo que nadie hubiera venido del futuro a decirme que escribiera. Quizás lo habría necesitado. Pero es que el tiempo cambia mucho a las personas. Y para eso estamos, también para cambiar algunas cosas.
25 de abril de 2013
Mis poemas de abril (XXII)
Háblame de la lluvia
Las gotas de lluvia son de una fragilidad infinita;
surcan senderos de lágrimas en las ventanas,
peinan los pétalos de las flores rojas,
inundan los mares.
Si pruebas a mirar al cielo
te besan los ojos;
corretean sensuales por tu cuello,
salpican de sueños tus pestañas.
Las gotas de lluvia son como las notas de un adagio;
pedalean tus calles y tus puentes,
empapan tus estancias de tristes alegrías,
deshabitan de recuerdos el olvido.
Los días de lluvia son de una belleza admirable;
pero al final, no sé por qué,
nos vuelve a entrar el miedo
y abrimos el paraguas.
(En Háblame de la lluvia, por María Monjas Carro)
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Abril revolucionario, 25.
Reivindicación de Abril del 74, en la Revolución de los Claveles |
- Grândola, vila morena
- Terra da fraternidade
- O povo é quem mais ordena
- Dentro de ti, ó cidade
- Dentro de ti, ó cidade
- O povo é quem mais ordena
- Terra da fraternidade
- Grândola, vila morena
- Em cada esquina um amigo
- Em cada rosto igualdade
- Grândola, vila morena
- Terra da fraternidade
- Terra da fraternidade
- Grândola, vila morena
- Em cada rosto igualdade
- O povo é quem mais ordena
- À sombra duma azinheira
- Que já não sabia a idade
- Jurei ter por companheira
- Grândola a tua vontade
- Grândola a tua vontade
- Jurei ter por companheira
- À sombra duma azinheira
- Que já não sabia a idade
- (Traducción, aquí)
24 de abril de 2013
Mis poemas de abril (XXI)
ESCRIBIR
Si me quitan la palabra escribiré con el silencio.
Si me quitan la luz escribiré en tinieblas.
Si pierdo la memoria me inventaré otro olvido.
Si detienen el sol, las nubes, los planetas,
me pondré a girar.
Si acallan la música cantaré sin voz.
Si queman el papel, si se secan las tintas,
si estallan las pantallas de los ordenadores,
si derriban las tapias, escribiré en mi aliento.
Si apagan el fuego que me ilumina
escribiré en el humo.
Y cuando el humo no exista
escribiré en las miradas que nazcan sin mis ojos.
Si me quitan la vida escribiré con la muerte.
(En Poemas para los demás, de Ángel Guinda)
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23 de abril de 2013
23 de abril, día del libro (Mis poemas de abril, XX)
El día del libro, como cualquier otro día que queramos destacar y celebrar son todos los días. Pero el 23 de abril marca un antes y un después en el transcurso del año. Cuando niña, ansiaba con todas mis fuerzas que llegara el día señalado porque en el colegio o el instituto se hacía una fiesta: cuentacuentos,
lecturas de historias, libros, poemas, a veces, incluso, me regalaron un clavel, el mercadillo de libros antiguos, el sol aún un poco débil de abril acariciando los cristales de las ventanas y en nuestros rostros la alegría de la fiesta. Todo 23 de abril me hago una ofrenda, el regalo de la buena compañía, el regalo de un libro... Aún hoy no sé qué me depara este día, pero prometo celebrarlo bien.
De momento, para seguir con la tradición que he iniciado para este hermoso mes de abril, incluyo aquí un poema. Hoy no me valía ningún escritor que no fuera Cervantes o Shakespeare. De Shakespeare me enamoraron sus sonetos inteligentes que manaban de la mezcla de las pasiones y la ironía, pero he preferido no colocar un texto en inglés, sino más bien ofrecer mi personal homenaje a Cervantes con una piecita minúscula de la novela que hoy se celebra por excelencia, su Quijote. Para ello, rescato un soneto suelto que se encuentra en la primera parte.
Disfrútalo y vive bien. Hoy y todos los demás días del libro.
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22 de abril de 2013
Mis poemas de abril (XIX)
TERNURA
Quizás no sea ternura la palabra precisa
para este cierto modo compartido
de quedar en silencio ante lo bello exacto,
o de hablar yo muy poco y ser tú la belleza
misma, su emblema, aunque tan próxima y latiendo.
Y es también un destino unánime que vuelvan
a idéntico silencio -cuando llegue la hora
de la tregua indecible- mi palabra y tu zarpa.
(De María Victoria Atencia, en De la llama en que arde)
21 de abril de 2013
Mis poemas de abril (XVIII)
AUSENCIA
Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo; se van mis manos en azogue suelto; se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.Se van mis gestos que se devanaban, en lanzaderas, debajo tus ojos. Y se te va la mirada que entrega, cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo. Me voy de ti con vigilia y con sueño, y en tu recuerdo más fiel ya me borro. Y en tu memoria me vuelvo como esos que no nacieron ni en llanos ni en sotos.
Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto. Tu entraña fuese, y sería quemada en marchas tuyas que nunca más oigo, ¡y en tu pasión que retumba en la noche como demencia de mares solos!
¡Se nos va todo, se nos va todo!
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20 de abril de 2013
Mis poemas de abril (XVII)
Temporada de lluvias II
Cuando llegó la lluvia
y con ella tu nombre
en el temblor de un charco
quise todo mi tiempo
bajo los aguaceros.
(En Las cosas que se dicen en voz baja, de Daniel Rodríguez Moya)
No se escapa Abril
Parece que se escapa, que ya estamos a día veinte y se me han ido algunos días de poemas. No significa que no haya habido poesía. La ha habido, y también teatro.
El fin de semana pasado recibía la recomendación de Emilio de ver ¡Ay, Carmela! El jueves, en cuanto tuve la ocasión, fui al teatro Reina Victoria para disfrutar de un espectáculo que creo que sigue siendo necesario. La propia Carmela, al final de la representación, nos dice a todos que los vivos, si tenemos el estómago lleno y el traje puesto, ya nos olvidamos de todo lo demás. Carmela como referente de mujer republicana sensible al dolor y la tragedia de la guerra. Un texto que me removió mucho por dentro, porque en mi tardía adolescencia comencé a interesarme mucho por el periodo de la República y la Guerra Civil. Leí con furor a los poetas de la generación del 27, me creí los ideales de la República y los hice míos, pero luego... no sé qué pasó. Quizás el tiempo y me hizo perder la perspectiva sobre el propio Tiempo, así con mayúsculas. Y me fui olvidando poco a poco de lo que es la historia, de dónde venimos, de cuál es el origen de lo que nos ha pasado en los últimos cincuenta años, nada más que el dolor, el enfrentamiento, la falta de humanidad.
Hace diez años me estremecía al mirar una bandera morada, amarilla y roja. Esa emoción la volví a sentir, así de nítida, de nuevo, el jueves. Carmela, parando su actuación de la "Banderita" y comenzando a cantar "El ejército del Ebro". Algunos de los espectadores comenzamos a bisbisear la letra, otros levantaban el puño, nos emocionamos por lo que perdimos, por lo que ahora vivimos y no nos merecemos, pero, ¿nos pertenece?
Abril es primavera, es sol, es verde, es poesía, es teatro, es República, son libros, es Cervantes, es Shakespeare, es revolución, es Portugal, son claveles, es un puente que tiendo hacia Ávila, es rabia, es alegría, es "Celtas Cortos" con su canción más famosa, es el primer día de picnic en el Retiro, es el primer helado de la temporada. Abril no puede escaparse. Que nadie nos lo robe.
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17 de abril de 2013
Mis poemas de abril (XVI)
Poema del día decimosexto
Claudia en la Biblioteca
Para Rafael Espejo
Rebuscas en los libros
con un extraño afán de jardinera.
Delicada y ansiosa, de perfil me pareces
distinta cuando curvas las rodillas
y se tensan tus muslos
debajo del vaquero. Muerte lenta
contemplar, sin tocado,
el pequeño tatuaje en tu cintura.
Será mejor sufrir que describir los pechos:
¿quién se atreve a cruzar los toboganes
que unen la palabra con su tema?
Así que huyo
y finjo distracción.
Si volvieras la vista a quien te escribe
desaparecerías, y es demasiado pronto.
Sigue leyendo, Claudia.
Haces bien en amarte.
(Andrés Neuman, en El Tobogán)
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16 de abril de 2013
La primavera, el sol...
Cuando de repente sale el primer rayo de sol claro de la primavera, la vida toda se revoluciona. No es solo que la ropa se aligera, no es que sonríamos más, es que todos estamos más ligeros, la vida toda es pura ligereza.
A mí la primavera me gusta por lo que tiene de poesía. Todo en primavera me lleva a la poesía. Las luces son más brillantes, es como si quisieran atravesar los cuerpos, como arañazos de calor que entraran de repente. Hasta que todo se apacigua otra vez, la primavera solo es revolución. Los niños y adolescentes revolotean, y florecen árboles, amores y otras alergias diversas. Florecen también algunas penas, las de siempre, las eternas.
La primavera es un poema al que le sobran algunos versos, por lo que tiene esta estación de desbordante. En primavera leemos más, salimos más, besamos más, queremos más, es como si el tiempo se reprodujera infinitamente, en una voluta sin fin. En primavera escucho más música y querría leer todos los libros del mundo, no solo las novelas, no solo los poemarios, sino también un estudio aislado sobre la conjunción disyuntiva en Aleixandre.
Cuando la primavera se apacigua, todo vuelve como a la normalidad. Mientras dura la revolución del polen, seamos todavía más felices.
Mis poemas de abril (XV)
TRISTEZA O PÁJARO
Esa tristeza pájaro carnívoro;
la tarde se presta a la soledad destructora;
en vano el río canta en los dedos o peina,
peina cabellos, peces, algún pecho gastado.
Esa tristeza de papel más bien basto;
una caña sostiene un molinillo cansado;
el color rosa se pone amarillo,
lo mismo que los ojos sin pestañas.
El brazo es largo como el futuro de un niño;
mas para qué crecer si el río canta
la tristeza de llegar a un agua más fuerte,
que no puede comprender lo que no es tiranía.
Llegar a la orilla como un brazo de arena,
como niño que ha crecido de pronto
sintiendo sobre el hombro de repente algún pájaro.
Llegar como unos labios salobres que se llagan.
Pájaro que picotea pedacitos de sangre,
sal marina o rosada para el pájaro amarillo,
para ese brazo largo de cera fina y dulce
que se estira en el agua salada al deshacerse.
(La destrucción o el amor, Vicente Aleixandre)
14 de abril de 2013
Para la libertad... los valores de la II República Española.
... porque aún tengo la vida
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
MIGUEL HERNÁNDEZ, El hombre acecha, (1938-39)
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Mis poemas de abril (XIV)
—Te amo... ¿por qué me odias?
—Te odio... ¿por qué me amas? Secreto es éste el más triste y misterioso del alma. Mas ello es verdad... ¡Verdad dura y atormentadora! —Me odias, porque te amo; te amo, porque me odias.
(En En las orillas del Sar, de Rosalía de Castro)
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13 de abril de 2013
Mis poemas de abril (XIII)
Dejo este amor aquí...
Dejo este amor aquí
para que el viento
lo deshaga y lo lleve
a caminar la tierra.
No quiero
su daga sobre mi pecho,
ni su lenta
ceñidura de espinas en la frente
de mis sueños.
Que lo mire mis ojos
vuelto nube,
aire de abril,
sombra de golondrina
en los espejos frágiles
del mar...
Trémula lluvia
repetida sin fin sobre los árboles.
Tal vez un día, tú,
que no supiste
retener en las manos
su júbilo perfecto,
conocerás su rostro en un perfume,
o en la súbita muerte de una rosa.
para que el viento
lo deshaga y lo lleve
a caminar la tierra.
No quiero
su daga sobre mi pecho,
ni su lenta
ceñidura de espinas en la frente
de mis sueños.
Que lo mire mis ojos
vuelto nube,
aire de abril,
sombra de golondrina
en los espejos frágiles
del mar...
Trémula lluvia
repetida sin fin sobre los árboles.
Tal vez un día, tú,
que no supiste
retener en las manos
su júbilo perfecto,
conocerás su rostro en un perfume,
o en la súbita muerte de una rosa.
(En Secreta isla, de Meira Delmar)
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12 de abril de 2013
Mis poemas de abril (XII)
REVOLUCIÓN
Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño y agua humilde que trabaje en la presa del molino.
Y siempre habrá un sol también
—un sol verdugo y amigo— que trueque en llanto la nieve y en nube el agua del río.
(En Versos y oraciones de caminante, de León Felipe)
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