23 de abril de 2013

23 de abril, día del libro (Mis poemas de abril, XX)


El día del libro, como cualquier otro día que queramos destacar y celebrar son todos los días. Pero el 23 de abril marca un antes y un después en el transcurso del año. Cuando niña, ansiaba con todas mis fuerzas que llegara el día señalado porque en el colegio o el instituto se hacía una fiesta: cuentacuentos,
lecturas de historias, libros, poemas, a veces, incluso, me regalaron un clavel, el mercadillo de libros antiguos, el sol aún un poco débil de abril acariciando los cristales de las ventanas y en nuestros rostros la alegría de la fiesta. Todo 23 de abril me hago una ofrenda, el regalo de la buena compañía, el regalo de un libro... Aún hoy no sé qué me depara este día, pero prometo celebrarlo bien.

De momento, para seguir con la tradición que he iniciado para este hermoso mes de abril, incluyo aquí un poema. Hoy no me valía ningún escritor que no fuera Cervantes o Shakespeare. De Shakespeare me enamoraron sus sonetos inteligentes que manaban de la mezcla de las pasiones y la ironía, pero he preferido no colocar un texto en inglés, sino más bien ofrecer mi personal homenaje a Cervantes con una piecita minúscula de la novela que hoy se celebra por excelencia, su Quijote. Para ello, rescato un soneto suelto que se encuentra en la primera parte.


Disfrútalo y vive bien. Hoy y todos los demás días del libro.


   Yo sé que muero, y no soy creído;
es más cierto el morir, como es más cierto
verme a tus pies, ¡oh bella ingrata!, muerto
antes que de adorarte arrepentido.

   Podré yo verme en la región de olvido, 5
de vida y gloria y de favor desierto,
y allí verse podrá en mi pecho abierto
cómo tu hermoso rostro está esculpido.

   Que esta reliquia guardo para el duro
trance que me amenaza mi porfía, 10
que en tu mismo rigor se fortalece.

   ¡Ay de aquel que navega, el cielo oscuro,
por mar no usado y peligrosa vía,
adonde norte o puerto no se ofrece.


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