16 de abril de 2013

La primavera, el sol...


Cuando de repente sale el primer rayo de sol claro de la primavera, la vida toda se revoluciona. No es solo que la ropa se aligera, no es que sonríamos más, es que todos estamos más ligeros, la vida toda es pura ligereza.

A mí la primavera me gusta por lo que tiene de poesía. Todo en primavera me lleva a la poesía. Las luces son más brillantes, es como si quisieran atravesar los cuerpos, como arañazos de calor que entraran de repente. Hasta que todo se apacigua otra vez, la primavera solo es revolución. Los niños y adolescentes revolotean, y florecen árboles, amores y otras alergias diversas. Florecen también algunas penas, las de siempre, las eternas.

La primavera es un poema al que le sobran algunos versos, por lo que tiene esta estación de desbordante. En primavera leemos más, salimos más, besamos más, queremos más, es como si el tiempo se reprodujera infinitamente, en una voluta sin fin. En primavera escucho más música y querría leer todos los libros del mundo, no solo las novelas, no solo los poemarios, sino también un estudio aislado sobre la conjunción disyuntiva en Aleixandre.

Cuando la primavera se apacigua, todo vuelve como a la normalidad. Mientras dura la revolución del polen, seamos todavía más felices.

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