He madrugado. Y he visto que llovía. La lluvia suele causar dos efectos contrarios por las mañanas: o hace que remolonees cinco minutos más dentro del calor de la cama, o te anima a levantarte, con el ánimo a la altura de la coleta. Feliz de la vida por sentir un frescor que despierta más que cualquier ducha o café mañaneros.
Esta mañana la lluvia me ha despertado a base de repiquetear sobre el vidrio de las ventanas. Y ha sido una sensación hermosa, de calor y frescor a la vez. Y me he animado, hoy que mi día tiene pinta de durar cincuenta horas. La lluvia ha entrado por mi ventana y me ha calado, pero no como suele calar la lluvia.
Cuando la lluvia me cala, pienso en algunos amigos. Hoy la lluvia me ha traído a Diego y sus montañas:
Foto cortesía de él mismo.
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