5 de octubre de 2008

¿Existen las casualidades?

La casualidad, las casualidades, es algo que siempre me ha intrigado. ¿Por qué ocurren? O, mejor dicho, ¿en realidad ocurren? Nunca he querido decantarme hacia uno u otro extremo cuando se hace la distinción entre aquellos que creen en el destino y los que creen que cada uno es dueño de su camino, de su vida, y que aquello que hace es simplemente el resultado de un deseo o una necesidad presente, que no atiende a llamadas previas y exteriores que han decidido ya la vida de uno. Me parece algo tan fascinante, que prefiero seguir pensando y reflexionando, a decidirme ya por algo y afirmarlo categóricamente, con lo que ello supone: zanjar el tema y dejar de pensar en él.

Con algunas películas de Medem (¡y vuelta a Julio Medem!) tengo que pensar y repensar sobre las casualidades. Me ocurre eso con "Los amantes del Círculo Polar" o con "Lucía y el Sexo". Pero esta vez, la reflexión me ha venido de la mano de un escritor. Hermann Hesse escribe en su libro Demian lo siguiente:

Por estos días, la "casualidad", según el dicho corriente, me hizo encontrar un singular refugio. Pero no hay tales casualidades. Cuando alguien, que de verdad necesita algo, lo encuentra, no es la casualidad quien se lo procura, sino él mismo. Su propio deseo y su propia necesidad le conducen a ello"


1 comentario:

David Francisco dijo...

Yo creo que ni lo uno ni lo otro, es decir, que ni estamos predestinados (eso del destino y de que está todo escrito...) ni tampoco somos completamente responsables de todo lo que nos ocurre, porque se mezclan mis acciones con las del otro y con las del de más allá, todo repercute en todos, y así se forma este telar humano en el que vivimos.
Pienso que todo lo que pasa pasa por una razón, la cosa más pequeña ocurrida hoy puede ser importante mañana, y la persona más normal y corriente conocida hoy puede mañana ser muy especial para nosotros o puede apoyarnos o ayudarnos en algo.
Solo que todas estas cosas, con las vueltas que da la vida aún no sabemos si pasaran o llegaran o si tendrán algún sentido, así que lo único que nos queda es pensar y reflexionar sobre ello o... disfrutar del absurdo.