Para Clara, que no estudia, simplemente relaciona.
Uno termina oficialmente sus estudios y cree que deja de estudiar. Lo cree porque ya no tiene un taco de cien páginas que estudiar para la semana próxima, y se le olvida lo que es memorizar. Uno termina los estudios por los que recibe un título o un certificado (y dios mío, sólo es un papel firmado por el rey) y cierra la puertecita del cerebro en la que ponía "Estudiar".
Bueno, eso piensan muchos. Yo no lo creo. Porque nunca creí que estudiar fuera memorizar el taco de cien folios para la semana próxima. Si hay un poco de interés, estudiar es el mero acto de saciarlo. Pienso que estoy estudiando cuando sobre mi escritorio hay folios garabateados con ideas, un subrayador o lápiz amarillo y el flexo encendido. Sin necesidad de que haya apuntes de Fonética y Fonología o Historia de la Lengua Española. Sobre la mesa, simplemente una programación, un texto de Neruda y las tres mejores redacciones de unos alumnos a los que creía incapaces de escribir así. Luego, miro a la izquierda en el montón de hojas de apuntes atrasados, en la Gramática Histórica de Penny, en el Lenguaje de Yule, en todas las novelas y poemarios en edición de Cátedra que se amontonan en la estantería, llenos de marcadores de colores para no olvidar "la mejor aliteración nunca antes leída", "importancia del acto VIII",... Miro a la izquierda, vuelvo a mirar sobre la mesa. Y me alegro de mantener la puertecita abierta.
1 comentario:
Ay, Patri, qué razón tienes, nunca hay que cerrar esa puerta.
Tú no la cerrarás nunca porque tienes esas ganas de conocimientos nuevos y esas ganas de relacionar que caracteriza a los buenos filólogos, tan buenos como tú.
Un besooooooo enormeeeeee
"Lo nuestro es relacionar"
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