27 de marzo de 2009

Seres humanos

A Manuel Casal, el que enseña humanidad.


Creo que Manuel sigue en Dax, y por si se perdió la magnífica columna de ayer de Maruja Torres, la reproduzco de nuevo. Leyéndola pensé en él y en la Humanidad.

SERES HUMANOS

Se debate acerca de si nos habríamos metido en la que estamos de haber mandado las mujeres. O más mujeres. Dejado claro que hacen falta más mujeres en los puestos altos de la política y en la dirección de las empresas, resulta dudoso que la feminidad suponga en sí misma un plus favorable. Como si por el simple hecho de ser mujer ya se poseyeran, de nacimiento, las cualidades necesarias para no conducir los asuntos al abismo: sensatez, capacidad de diálogo, sensibilidad hacia los demás, incapacidad para la especulación... Bueno, eso me parece francamente discriminatorio. Sería como decir que los negros bailan mejor porque están más dotados para el ritmo, o que los árabes pueden fabricar perfumes más interesantes porque tienen las fosas nasales más anchas, o que ser gay garantiza un olfato impecable para la decoración de interiores. Un disparate.

Sí es cierto que necesitamos otro tipo de personas, de cualquier sexo. Personas con valores distintos, cuyo sentido de la responsabilidad en el mando sea más importante que su tendencia a someterse a la falocracia del poder -en el sentido de mira qué grande que lo tengo, qué grande que soy, qué rico me he hecho-, hasta ahora tan en boga. Hombres y mujeres con principios. Que no contemplen el capital que se les ha dado para administrar, o el territorio político para el que deben trabajar, como un simple medio de autopromoción y de rapiña.

Conozco a unas cuantas mujeres que se consideran feministas y que no le harían ascos a una estafa de la pirámide como la de Madoff.

También conozco a otras que llegaron por sus propios méritos a los aledaños del poder. Una vez allí, al aspirar la viciada atmósfera de las cumbres, vomitaron y se fueron a casa.

Hombres de esta clase también conozco. Aunque menos.

1 comentario:

Manuel Casal dijo...

He vuelto de Dax muy cansado, lo cual es lógico porque no iba allí a descansar, y me llevo la agradable sorpresa, querida Patricia, de tu dedicatoria.

Me gusta el sentido de la misma, el vernos unidos por unas ideas que, al no ser ni tuyas ni mías, sino propias de los dos y de tanta gente, son, en cierto modo superiores a ti y a mi, lo cual nos lleva a respetarlas.

Hay un punto de vista desde el que se ven dos maneras de vivir: la del que va buscando lo que le separa y lo distingue de los demás, y la del que va buscando lo que le une a los otros y basa en ello el criterio de su actuación. Este debería ser el fundamento de la convivencia, de la ética, de la política y de la vida. Pero corren malos tiempos para estos rudimentos que hoy se han convertido más bien en lujos.

Desde la emoción que me producen tu dedicatoria y el contenido del texto de Maruja Torres, te sugiero un matiz importante en tu generosa dedicatoria. Yo no enseño más allá de lo que podemos enseñar todos al intentar ser lo que somos. Mi intento consciente y voluntario es el de aprender. A lo sumo, cuento lo que aprendo, pero lo que de verdad nos hace humanos es el aprendizaje, el eterno y voluntario aprendizaje.

Gracias, Patricia, por tus palabras y por permitirnos aprender de ti.