Entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Antonio Machado
Esta mañana, a las 11 aproximadamente, se han empezado a oír trompetas y tambores debajo de casa. Es raro, porque todavía no son las fiestas de Parla y aunque sea sábado, la tradición de la charanga no está arraigada en mi barrio.
He salido rápido a la terraza para ver qué ocurría. Y en todas las ventanas y terrazas otras tantas caras se asomaban también, intentando averiguar qué pasaba, tratando de formar parte del espectáculo del sábado y la charanga.
Una comitiva de unas veinte personas vestidas de largo seguían con cara de júbilo a los músicos. No se distinguían otras personas "principales" dentro del gentío, tales como novios o niños y niñas de comunión; sólo el tumulto de la gente tras los músicos. Un barullo de cánticos y vítores. Entre el griterío se oye un "¡Vivan los novios!", y de repente todo cobra sentido. La gente, la música, los trajes largos y el camino hacia la parroquia. Sin tener experiencia previa de algo así, mi mente se ha trasladado directamente a los lugares más perdidos de la geografía española, a otras épocas de la España de charanga y pandereta, de espíritu burlón y de alma quieta. Mañana todos votamos por el futuro; por Europa. Mientras tanto, ajena a todo, sigue la tradición mantenida, uniendo con un lazo (¿)débil(?) pasado, presente y futuro.
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