30 de enero de 2010

Estudiar

Este año en el que he pasado al otro lado siento una ausencia de algo. Desde los cinco años he ido diariamente a clase para aprender lo que gente sabia y cualificada tenía que enseñarme. Los últimos años en los que recibí clases, me di cuenta de que esto no siempre es así. No siempre son sabios y personas cualificadas los que enseñan, sino simplemente personas que pasaban por allí y se les dio bien un examen de acceso. Pero no quiero criticar ahora los sistemas de selección del profesorado. Porque yo también he entrado en esa dinámica y la he aceptado.

Ahora que soy yo la que enseña, siento el vacío de la que aprende. He dicho muchas veces aquí, que aprendo a diario de los estudiantes, que el simple hecho de trabajar con personas es una fuente riquísima de adquisición de valores y conocimientos. Pero yo me refiero a aprender asistiendo a clase, a aprender de forma consciente, a aprender con libros de texto. Tengo necesidad de seguir aprendiendo. Es algo que me pide el cuerpo. Ahora me arrepiento de no haberme matriculado en Filología Inglesa para terminar mis estudios y prolongar un año más el dulce placer del estudio. Un placer que sólo disfruto de verdad cuando alguien "por encima de mí" está pendiente de mis pasos, de si aprendo o no. Porque, pensarás (y con razón) que si quiero, puedo estudiar por mi cuenta. Puedo hacerme con un manual de, pongamos, sociolingüística, y puedo continuar estudiando; o de historia de la lengua inglesa, o de literatura de cualquier lengua. Sí, claro. Yo puedo seguir estudiando por mi cuenta, pero no es igual. Recuerdo con total claridad, por ejemplo, las clases de literatura medieval en Salamanca. Escuchar, embobada, las controversias que surgieron a propósito de la autoría de la Celestina, o leer durante horas versiones distintas de un mismo romance medieval. Recuerdo estudiar el teatro norteamericano del siglo XX a base de "Cabras", "Deseos bajo los olmos", o "Buenas Noches, Madre" y qué decir de la evolución de la lengua española, esa yod indomable que tanto me costó aprender. De esos momentos de estudio me queda el recuerdo.

Supongo que por todo esto decidí estudiar un idioma nuevo este año. Voy dando mis primeros pasos con el alemán con la supervisión de un profesor que examina mis conocimientos y guía mi estudio de alguna manera. El año pasado escuché decenas de veces un audiocurso de alemán del que aprendí una sola expresión. Este año, de ese curso en audio entiendo ya la mitad. Avanzo. Creo que ese es el mejor sentimiento que alguien que estudia puede tener: el de avanzar. Aunque echo de menos las diez asignaturas por cuatrimestre, voy llenándome con las cuatro horas semanales de alemán. Y siento un placer indescriptible cuando, escuchando una canción, puedo entender uno de los versos.

Und die Vögel singen nicht mehr
(Y las aves ya no cantan más)


A veces siento que las aves ya no cantan más, pero me doy cuenta de que sí lo hacen. Las aves siempre cantan. Hay que estar atentos para saber escucharlas.

26 de enero de 2010

Today /citas 2



Love is such an easy game to play.


A veces me gusta jugar a cambiar las letras de las canciones.




Foto tomada aquí

25 de enero de 2010

La sonrisa de Belavar

Hace unos días, recomendaba mi amigo Manuel en su blog el tener siempre a mano la foto de alguien sonriendo, que eso nos hace ver que hay otra manera de vivir, y es verdad. Mejor que las fotos es el propio rostro del amigo que te sonríe. Y más cuando esa persona tiene que sobrevivir como puede porque sus condiciones son siempre desfavorables.

Ayer por la noche encontré a Belavar en la calle. Sonreía. Llevaba un carro de un supermercado lleno de chatarra, estaba trabajando. Sonreía. Se alegró por verme y me dijo que siempre trabajaba hasta tarde, cuando en las calles sólo están la policía, los camiones de la basura y él mismo. Volvió a sonreír. Y me acordaba de su sonrisa en clase, cuando a sus sesenta años no le importa compartir lápices y cuadernos con jóvenes de veinte; cuando su edad, su religión y su condición no le impiden recibir clases de una mujer la mitad de joven que él y con las mismas esperanzas: las de un futuro mejor. Él recoge lo que a nosotros nos sobra, y sonríe. También sonríe cuando aprende una palabra nueva y todos los días nos da las gracias por enseñarle español.

Esa sonrisa, como la de Edyta, Hanane, Plamen, Jamal, Dris, Omar, Samir o Bouzid, me habla de que hay otra manera de vivir. Me habla de esperanzas por lograr vivir con honradez a pesar del desarraigo, la pobreza o el hambre. Me habla de humanidad. De una humanidad que no se agota a pesar del sufrimiento de vivir fuera de casa y sufrir el rechazo de algunos. Una humanidad que se va haciendo tan grande que ni siquiera puede entrar en los corazones de quienes lo recibimos, empequeñecidos ya y acostumbrados casi únicamente a las malas caras, al egoísmo; a la tacañería de sensibilidades y humanidad.

19 de enero de 2010

Time

Este fue mi regalo de despedida. Yo pensaba que volvería a verte, y todavía el tiempo no me ha devuelto tu rostro.



Kroke para esta semana.

Aparco en segunda fila el ritmo de Matt Nathanson.

18 de enero de 2010

El sentido de la vida

La vida tiene sentido porque nosotros se lo damos. Y la vida tiene sentido solo algunos días y desde algunas perspectivas. Luis Cernuda dijo "tú justificas mi existencia" y sólo ese hacía que su vida mereciera la pena.

A veces, pienso eso y lo aplico al blog. Pienso en cuál es el sentido de mi blog. Ahí está, a veces como el descanso de la rutina, otras veces es una obligación que cumplir, casi una carga. La mayoría del tiempo, sin embargo, es una excusa para crear, para dar vida y encontrar también el sentido de mi vida. Cuando llegan las tristezas, esas que replantean la vida de uno y la vida de los otros (últimamente no dejo de pensar en el desastre de Haití), llegan los parones blogueros. Y solo la lectura de otros blogs hace que renazcan las ganas de crear, de darle piernas a este blog que parece, a veces, que anda solo.

Como en mi propia vida, el sentido de este blog nace de la lectura. La lectura que es placer y vivencia de otras vidas. Una lectura que es una escritura, un sueño, un cuento aún por contar. Voy a seguir leyendo. Voy a seguir leyéndome en cada frase que leo. A lo mejor entiendo el sentido de la vida.

13 de enero de 2010

La vida en cuento

El último recuerdo nítido que tengo de Iorgeus es un balcón con pimientos y helado de dulce de leche. Bueno, también un árbol de Navidad hecho con botellas de cerveza. Esa fue, creo, la última vez que le vi. Y como siempre que me despido de él, pensé: "¡Qué gusto da ver a este chico!". Desde entonces, sólo una llamada para pedirle un favor, creo que un sms y varios mensajes en FB para quedar. Sin quedar, claro.

Él no lo sabe, y yo tampoco hasta hace muy poco, pero Iorgeus y yo nos parecemos mucho. Quizá nuestra amiga en común nos eligió porque teníamos cualidades similares que comparten todos sus amigos. No lo sé. El caso es que Iorgeus y yo somos parecidos. Parecidos hasta el punto de que también él tiene un blog (otro blog, mejor dicho). Su segundo blog contiene en su título la palabra cuentos, como este. Y es que Iorgeus es un cuentista. Conocía algo de su faceta de escritor, y hoy he tenido la grata oportunidad de ver sus textos escritos. Ahí los tiene, todos apiladitos en un rincón del espacio tecnológico, entre su código binario particular y su sonrisa imperecedera.

Iorgeus vive en el mundo real, pero seguro que tiene la cabeza en otra parte, allí donde están, también, los personajes de sus cuentos. Será por eso que siempre sonríe. Porque siempre tiene un lugar mejor al que ir.

Seguro que ahora que ya tengo la dirección de su blog de cuentos, empiezo a criar, yo también, un esbozo de sonrisa perenne.

Si tienes curiosidad, entra a verlo en Poniendo los cuentos sobre las ies.

11 de enero de 2010

Libros

Es una pena ir a dormir deseando leer y no poder hacerlo porque el sueño mata cualquier amago de lectura, por breve que sea. También es triste no encontrar un hueco mejor para la lectura que ese en el que el sol ya se ha puesto, las persianas comienzan a bajarse y los corazones empiezan a necesitar melodías melancólicas: un jazz de Cullum, un piano de Tiersen,...

Pero lo verdaderamente penoso es acumular futuras lecturas sobre la mesita de noche. Más aún cuando cinco de ellas son enteramente obligadas: gajes del oficio. Cinco libros de literatura juvenil de los que hay que leer para comprobar si ellos lo han leído. Uff. Cuando yo pueda elegir la lista de lecturas, seguro que es más fácil convencerles de que lean. En fin. Es uno de los pequeños inconvenientes de esta elección.

Me salva el hecho de que hay otros libros esperándome en la mesa y algunos más en la librería. No hago más que leer reseñas de libros (no por nada, es que llegan a mis manos y no puedo espantar la curiosidad) y me empieza a subir el regustillo del libro que se aproxima, del libro que se ansía pero que aún es un deseo brumoso. De esos, he desechado ya cientos, porque la memoria no retiene títulos, autores o temas. Otras veces, el ansia con el que se abordan hace que haya decepciones estrepitosas. Pero también hay momentos en los que uno, con su libro entre las manos, se siente la persona más feliz y realizada del mundo. Piensa en sí mismo como un gran cazador de talentos por haber elegido el mejor de los libros posibles para ese momento. Da igual que el libro sea un clásico y el criterio propio no haga más que confirmar los ajenos. La relación de intimidad que se crea con el texto y el lector supera el comentario más ingenioso del mejor de los críticos, supera los siglos de genialidad de una obra y siempre, siempre, supera las expectativas. Estuvieran donde estuvieran, en lo más alto o en los infiernos más negros.

¡Qué triste acumular expectativas y no poder confirmar la genialidad de la obra deseada! Tendré que cambiar mi horario de atención al libro.

10 de enero de 2010

Valores / ¿Lo verdaderamente importante?

Gracias a Los cuentos de la luna he encontrado algunas pequeñas pistas de lo que para otros es lo verdaderamente importante:

Los versos son de Erri de Luca:



"Considero valor cada forma de vida,
la nieve, la fresa, la mosca.
Considero valor el reino mineral, el conjunto de las estrellas.
Considero valor el vino junto a la pasta,
una sonrisa involuntaria, el cansancio de quien no ha ahorrado,
dos ancianos que se aman.
Considero valor lo que mañana no valdrá nada
y lo que hoy ya vale poco.
Considero valor todas las heridas.
Considero valor ahorrar agua,
reparar un par de zapatos,
callar a tiempo,
socorrer a gritos,
pedir permiso antes de sentarse,
sentir gratitud sin recordar bien por qué.
Considero valor saber dónde está el norte en una habitación
y el nombre del viento que seca la ropa.
Considero valor el viaje del vagabundo,
la clausura de la monja,
la paciencia del condenado cualquiera que sea su culpa.
Considero valor el uso del verbo amar
y la hipótesis de que exista un creador.

Muchos de estos valores no los he conocido."

Erri de Luca


(La traducción es mía con la inestimable ayuda de algún traductor virtual, por eso algún verso no queda muy claro. Necesito ayuda con ese "la stanchezza di chi non si e’ risparmiato")

Sueños / Lo verdaderamente importante



Anoche soñé que había quedado con una amiga para hacer una ruta de senderismo. Cuando llegaba el día, me presentaba en el lugar indicado y me daba cuenta, de repente, de que con las prisas había olvidado mis zapatillas de andar. Enseguida, en mi sueño se me apareció la solución perfecta: iría al Decathlón y compraría unas zapatillas de trekking baratas. Ya está, Decathlón como la solución a los problemas.

El símbolo que he creado en mi inconsciente es claro: la fatiga diaria provoca que olvidemos lo que es esencial en la vida. Y esto que es tan esencial puede sustituirse, fácilmente, con lo material. Consumismo vs. esencialidad. Me ha dado miedo pensar que estoy convirtiéndome en una persona que antepone los logros materiales a la esencia real de las cosas y la vida. Menos mal que mis sueños me han alertado de esto.

Supongo que a partir de ahora seré más consciente de lo que verdaderamente importa.

Bueno, dímelo tú, ¿qué crees que es lo que verdaderamente importa?

8 de enero de 2010

El descanso de la lluvia

Para los amantes de la lluvia, como yo, es un regalo climatológico lo de los últimos días: lluvia sin parar, calles mojadas, olor a humedad, nieve, frío... Hacía tiempo que no me sentía físicamente tan a gusto. Sentir el frío y el viento en la cara me despierta, me alerta, me hace sentir que la naturaleza, por mucho que no lo queramos aceptar, está tan por encima de nosotros, que hace lo que quiere y cuando quiere.

Pero hoy es el día del descanso de la lluvia. Un sol que abriga los corazones se ha instalado frente a la terraza de casa. Ha entrado hasta el fondo de casa llenándola de luz e intensidad. Llenándola de energía para los días que llegan: días de vuelta al trabajo (de verdad); días de sonrisas y reencuentros; días de ánimo y fuerzas.

Para los amantes de la lluvia, como yo, también es un regalo este descanso de la lluvia.


Imagen obtenida en Flickr

6 de enero de 2010

Mi regalo de Reyes

Hace dieciséis años un grupo de amigos se reunían y cantaban esto:



Hoy te regalo este breve pero intenso viaje musical a uno de los lugares más emblemáticos de Madrid. Siente cómo la energía corre por tus extremidades. Creo que es una muy buena forma de dar por finalizadas estas fiestas.

5 de enero de 2010

Regalar

A diario regalamos cosas sin necesidad de pasar antes por una tienda y sacar la tarjeta de crédito. Hay personas que, de forma innata, te están regalando continuamente con sus sonrisas, su presencia, su compañía, su calor... y otras tantas cosas impagables. Sin embargo, llegan estos días y comienzan a generarse colas en todas las tiendas para comprar, para después regalar. Regalos, que muchas veces son necesarios y se hacen con kilos de cariño y ternura, y otras veces son un simple modo de cumplir con la tradición.

Me encanta recibir regalos. Y creo que cada vez me gusta más hacerlos a mí. Cuando regalo sintiéndolo de verdad, no por un mero compromiso, siento la ilusión y la alegría con la que se reciben las sorpresas y me adelanto a ella. Me entra una risita nerviosa y empiezo a emocionarme pensando en que a los receptores del regalo éste les gustará muchísimo.

Así es como estoy ahora, con la risita nerviosa de las tardes de cabalgata. Espero que mañana por la mañana recibas y hagas muchos regalos. Sobre todo de los impagables.

4 de enero de 2010

Regalar canciones /9



A veces, sin buscarlo, sin siquiera esperarlo, uno encuentra joyitas musicales como esta. Aunque tu cielo no esté vacío, seguro que te emocionará la voz profunda de Springsteen. Disfrútala en esta tarde de lluvia post festiva.

Ain't no cure for love



Resignémonos. No hay cura para el amor.

3 de enero de 2010

Desamor


Para una amiga que sufre por amor,
para que se desenamore.


Ahora, como nunca (o como siempre, no sé cómo decirlo), es tiempo de amores y desamores. Hace varias noches sufrí, con el sufrimiento de una amiga, un desamor. Creo que nadie merece sufrir por amor. Y aún así, nos empeñamos en hacerlo. Mi amiga, que por fin había dejado de hacerlo, a la que por fin le llegaba el tiempo dulce, sintió, de golpe, otra vez la bala dura del amor. Y todos sufrimos por ella.

Para ella, para que se desenamore, van estos versos de Manolo Chinato, un poeta extremeño de garra.



Juguete de Amor

Anoche pasé frío y me desenamoré un poco.
Anoche pasé frío y fui poeta.
Anoche, mientras mi carne se helaba
y mi alma en mi cuerpo se escondía,
vi como mi amor para ti
era un juguete pasado ya de moda que ya nada valía.
Cualquier amanecer echarán
al viejo juguete de mi amor a un carro de basura,
y alejándose en la amarga soledad
oirá al carretero dar palos a su mula
que todo se lo da por un poco de paja
y, a veces, pochas uvas.

Y estaré allí donde ya nada vale nada
hasta que algún día una dulce gitanilla,
con mocos y pecas en la cara,
limpie con su manga grasienta
la suciedad que la sociedad pegó a mi alma;
y volveré a ser un juguete reluciente de amor y de alegría.

¡Que importa que me engañes si luego me sonríes!
¡Qué importa ser poeta o ser basura!
Anoche pasé frío en el cuerpo y en el alma...
Anoche pasé frío y quedó mi libertad de amor helada.

Manolo Chinato.


Una vez utilicé el primer verso de este poema. Una vez le dije a alguien: "Anoche pasé frío y me desenamoré un poco". Desenamorarse es duro y decirlo lo es aún más. También es duro cuando llega el sentimiento del desamor y no somos capaces de verbalizarlo; pero es aún peor cuando empleamos las palabras de otros para expresar sentimientos propios. 'A veces', me dijo ayer Marta, 'la literatura es peligrosa para decir lo que sentimos; disfrazar de poesía un sentimiento triste, es de cobardes'. ¡Y qué razón tenía!. Después de eso, recordé el día en que yo pronuncié este verso, y hoy, algunos años después, me doy cuenta de que no era desamor lo que sentía, sino otra cosa que ni siquiera se le parecía, y que ni el mejor de los poetas sabría expresar con sus palabras.

Sólo para ella, que hoy sufre de verdad por amor, va este poema. Y recojo de nuevo ese primer verso, para alimentar después (y en soledad) los futuros desamores verdaderos.

2 de enero de 2010

Fetichismos

Dice la RAE que un fetichismo es "Idolatría. Veneración excesiva".

Hace años que Marta y yo pensamos escribir un artículo sobre los fetichismos de las personas. Pensamos que los humanos somos tan especiales que creamos fetiches de la nada. La mayoría de las veces, absurdos. Mientras estudiábamos, siempre pensamos en elaborar un estudio serio sobre el fetichismo de los apuntes que muchos de nuestros compañeros de clase generaban a lo largo de los cuatrimestres.

Pasaron los años de la universidad y pasó nuestra idea de elaborar ese informe.

Sin embargo, ahora soy yo la que sufre de idolatría incontrolada. Venero en exceso a una máquina. Sí. Lo admito. La culpa la tengo yo pero también esta sociedad del consumismo y del materialismo. Venero a una máquina porque es blanca y casi perfecta, porque no se contagia con virus, porque trabaja rápida y eficazmente. No sé por qué más cosas. Quizás también porque está unida por un hilo finísimo pero resistente a personas importantes para mí. Quizás porque simboliza un poco de mi independencia (económica). No sé muy bien por qué, pero la venero.

Por eso, hoy celebro su iniciación a la vida en sociedad (un bautismo diría F.). Una entrada en el blog carente de sensibilidad añonuevera, carente de calor humano, repleta de un fetichismo tantas veces criticado.

Pero es que quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.