11 de enero de 2010

Libros

Es una pena ir a dormir deseando leer y no poder hacerlo porque el sueño mata cualquier amago de lectura, por breve que sea. También es triste no encontrar un hueco mejor para la lectura que ese en el que el sol ya se ha puesto, las persianas comienzan a bajarse y los corazones empiezan a necesitar melodías melancólicas: un jazz de Cullum, un piano de Tiersen,...

Pero lo verdaderamente penoso es acumular futuras lecturas sobre la mesita de noche. Más aún cuando cinco de ellas son enteramente obligadas: gajes del oficio. Cinco libros de literatura juvenil de los que hay que leer para comprobar si ellos lo han leído. Uff. Cuando yo pueda elegir la lista de lecturas, seguro que es más fácil convencerles de que lean. En fin. Es uno de los pequeños inconvenientes de esta elección.

Me salva el hecho de que hay otros libros esperándome en la mesa y algunos más en la librería. No hago más que leer reseñas de libros (no por nada, es que llegan a mis manos y no puedo espantar la curiosidad) y me empieza a subir el regustillo del libro que se aproxima, del libro que se ansía pero que aún es un deseo brumoso. De esos, he desechado ya cientos, porque la memoria no retiene títulos, autores o temas. Otras veces, el ansia con el que se abordan hace que haya decepciones estrepitosas. Pero también hay momentos en los que uno, con su libro entre las manos, se siente la persona más feliz y realizada del mundo. Piensa en sí mismo como un gran cazador de talentos por haber elegido el mejor de los libros posibles para ese momento. Da igual que el libro sea un clásico y el criterio propio no haga más que confirmar los ajenos. La relación de intimidad que se crea con el texto y el lector supera el comentario más ingenioso del mejor de los críticos, supera los siglos de genialidad de una obra y siempre, siempre, supera las expectativas. Estuvieran donde estuvieran, en lo más alto o en los infiernos más negros.

¡Qué triste acumular expectativas y no poder confirmar la genialidad de la obra deseada! Tendré que cambiar mi horario de atención al libro.

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