13 de febrero de 2010

Personajes reales*/ 4

* Aunque los personajes presentados en esta serie son reales, he distorsionado o cambiado sus nombres para proteger su identidad.

MANUELA

Tendrá ahora alguno más de cincuenta años. Tiene tres hijos y es profesora de educación infantil y de primaria. Una maestra de las de siempre. Cada jueves compartimos alumnos. Me gusta ver cómo se agarra a la tiza con fuerza y escribe y escribe en el trozo de pizarra que nos han dejado usar.

Es cristianísima. De las de misa todos los domingos. Pero también de las que no pisan su casa porque siempre hay algo más importante en las casas de los demás. Hace aproximadamente un mes fue a casa de Elizabet (inmigrante nigeriana en paro y con dos niñas pequeñas), de donde la sacó recordándole que las desgracias no duran siempre e insistiendo en que volviera a las clases. Ese día, Elizabet vino a clase y la bendijo durante la hora y media que duró.

Es curioso cómo nos reunimos en un espacio tan reducido personas tan diferentes. Hay un respeto enorme de los musulmanes hacia ella y de ella hacia los musulmanes, aunque siempre surge la batalla de qué religión es mejor. Odio esas peleas absurdas. Yo siempre estoy en medio y me tomo estas discusiones como investigación antropológica, me mantengo "neutral" y me río (por dentro) de que un dios -que a veces es tres en uno, con perdón-, cause tal confusión, tal algarabía (nunca mejor dicho, por cierto) y a veces tan poca tolerancia.

Cuando acaban las clases, Manuela y yo comentamos el caso de algún asistente a las clases. Es llamativo el caso de Kalil, de Mali, testigo de Jehová, al que Manuela trata de sacar de la prédica callejera, llevándole por el buen camino de la misa dominical. Luego, me dice en privado: "Si te digo la verdad, prefiero que sea musulmán a que sea testigo". Como si hubiera religiones mejores o peores.

Cada uno busca el sentido de la vida donde puede o quiere. Los hindúes en una vaca, los cristianos en una cruz. Para los no creyentes está la perdición eterna. A veces creo que es mejor estar perdido sin dios, que perdido en un mar de dioses. Para esto último sólo fueron buenos los griegos y los romanos.

Hoy Manuela dormirá tranquila porque se ha encontrado a Cristo en el rostro de los otros. Bendita ella. Yo también voy a dormir tranquila, porque cada vez mi certeza es mayor.

4 comentarios:

Manuel Casal dijo...

A veces pienso que no hay religiones mejores y peores, sino malas y peores.

Marina dijo...

Cómo va cambiando este blog...cada vez más lleno de otras historias, de otras sensibilidades, de otras perspectivas...Sigo completamente segura de que esto es una ayuda más a nuestra mutua comprensión...quizás porque coincidimos en que mirando hacia fuera nos encontramos con nosotros mismos...¿entiendes ahora por qué digo que el funcionamiento de la "o disyutiva", aunque curiosa y útil en casos (no digo que no, sobre todo para enseñar español) se vuelve algo absurdo e insignificante ante otras realidades? ¿entiendes mi "qué hago aquí"?

Anónimo dijo...

Algún día publicarás cosas. Pero esta galería de retratos humanos podría ser muy bien tu primera aportación a la literatura.

Falsirego dijo...

Visitante anónimo, no exageres.

Marina, ya iba echando en falta tu participación en estas últimas entradas. Te he recordado mucho estos días y tu última aportación me aclara muchas cosas.

Manuel, a ti te lanzo un beso fuerte. El asunto del carnaval tenemos que tratarlo más a fondo. No deja de ser un producto de la religión.

Gracias por estar siempre tan cerca.