La vida se compone de fracasos y victorias. Si consideramos la vida una partida de ajedrez o cualquier otro juego. Pero es cierto que en la vida siempre estamos ganando o perdiendo. Siendo objetiva, creo que el mayor porcentaje lo ocupan las victorias. Son victorias pequeñas y redondas. Las victorias son redondas, como todo lo perfecto. Pero también hay un componente de pequeños fracasos. Creo que nuestros pequeños fracasos son esos rasgos de nuestra personalidad que tienen tendencia hacia el polo negativo: la intolerancia, la irresponsabilidad, el racismo, el sexismo, nuestro mal humor... Está claro que algunos de estos valores los mantenemos en el polo negativo o en el polo positivo como norma general, mientras que otros varían según el estado de ánimo, el día y las circunstancias relevantes o irrelevantes que nos hayan ocurrido en el día.
Odio esos días en que el primer acontecimiento digno de mención, el primer hecho relevante sea negativo. Levantarte y no encontrarte en el espejo, por ejemplo. Que no quede dentífrico o papel higiénico en el baño. O que tu pantalón y tu chaqueta favoritos se hayan desteñido sin saber muy bien por qué. El mal humor de esos primeros acontecimientos relevantes o irrelevantes que ocurren en el día condicionan el mismo. Pero, ¿por qué este mal humor contra mi lavadora o el detergente superpotente que destiñe el negro a rojo? ¿Por qué no me alegro cada día que la colada sale perfecta?
Las pequeñas victorias y los pequeños fracasos del día son subjetivos, en la mayoría de los casos. A ver si aprendemos a darle la vuelta a la tortilla. Y derrochemos buen humor, que la salud de nuestros compañeros de trabajo nos lo agradecerá. ¿Por qué agriarles también el café a ellos si su lavadora funciona perfectamente?
1 comentario:
tienes toda la razón, deberíamos alegrarnos de las cosas buenas y no enfadarnos cuando algo sale mal.
cuídate!
besos
p.
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