Junio es el mes de las limpiezas generales por excelencia. Junto con diciembre. Cada medio año uno se despoja de lo que ya no sirve, de lo que le ha hecho mal o no le ha hecho crecer como persona. Hay limpiezas necesarias pero imposibles de hacer. Más de una limpieza haría yo en la televisión, en el sistema político español, en el sistema educativo español -o mejor, madrileño-, en el sistema sanitario español, en la lengua de algunos personajes públicos que parece que sólo están hechos para insultar y criticar con malas artes...
Otras limpiezas son posibles y purifican. Con el fin del curso uno limpia y recoge sus apuntes, ordena los libros que ha leído, desde los más placenteros a los más aburridos. Con el fin del curso uno llega a conclusiones, hace una lista de la gente increíble, los que siempre quedarán en la memoria del 2010-11 -y en el corazón, claro- y los que acabarán perdiéndose porque nunca merecieron la pena. Limpiar significa borrar constancia de lo que un día existió. No quiere eso decir que eso deje de existir, sino simplemente que eso no nos hará crecer en un futuro y queremos soltar lastre, seguir avanzando con la maleta más llena, pero solo de aquellas cosas que realmente son importantes.
Me gustaría hacer aquí una lista de esas cosas que me llevo a Londres en la maleta del próximo curso, las que sin duda han superado la limpieza literal y la metafórica; pero las cosas que uno lleva en su maleta son demasiado personales e íntimas -ya me lo enseñó Celia una vez- y es mejor dejarlas ahí dentro y mirarlas con los ojos de la nostalgia y el sentido común. Esas pequeñas cosas, y sobre todo esas personas, irán asomando por las páginas de este blog a lo largo del futuro igual que han asomado a lo largo del pasado: música, momentos, amigos, fotografías, símbolos, sonrisas,... Todo lo que merece la pena sigue en la maleta e iré desprendiéndome poco a poco de lo que ahora parece imposible pero que puede retrasar mi camino.
De la limpieza general de este junio os habéis salvado vosotros, los que me leéis, los que me queréis y me lo habéis dicho y me lo habéis demostrado. Se salvan poetas y dramaturgos, se salvan generaciones enteras de escritores, os salváis los que me habéis enseñado a hacer fotos -es decir, a aprender a mirar el mundo con otros ojos-, os salváis los que me habéis enseñado palabras en otras lenguas, os salváis los que habéis compartido conmigo. Te salvas tú, cuya vida cambia a partir de ahora de forma radical, y no sabes qué hacer. Pero confío en que tú y yo sabremos encontrar un nuevo camino que siga dando sentido a esta vida que ahora empezamos. Lejos o cerca, estás en mi maleta de las cosas que siempre superan la limpieza.
2 comentarios:
Cómo me gusta estar en tu maleta en estos momentos de cambios radicales hacia no se sabe bien qué. Sobre todo porque si necesito salir de la maleta, te voy a encontrar a ti. Y si tú necesitas abrirla, me vas a ver allí. Un beso.
Las maletas son los mejores lugares porque al cabo del tiempo, cuando todo pesa demasiado, puedes desprenderte de todo aquello que alguna vez pensaste indispensable y ya no lo es. Lleva un trocito de mi en tu maleta Londinense, que yo empiezo a ahorrar para ir a verte! :)
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