He consultado el significado de este nombre de procedencia griega y significa, literalmente, "aquel que está sano" o "aquel que es vigoroso". Y esa es una descripción muy acertada del peregrino Higinio. A pesar de su edad -era el mayor de todos los peregrinos con los que me crucé en el Camino, sin contar Frits-, se mantenía fresco, activo y sano y nos ofrecía a los jóvenes el modelo del caminante tranquilo, fuerte y vigoroso.
Hay una leyenda del camino que asegura que el propio Santiago se aparece en forma de peregrino para protegerte y acompañarte en el camino. Mi Santiago particular en este trayecto fue, sin ningún lugar a dudas, Higinio. Su persistencia y ganas de caminar contigo constantemente no eran, sin embargo, algo muy agradable. Uno camina solo porque necesita la soledad para pensar, escucharse y escuchar las pisadas de las propias botas sobre la tierra seca castellana o el prado gallego. A pesar de ese estar constante, uno sabía que Higinio siempre lo hacía con la mejor intención, como aparecerse desde detrás de los árboles cuando sabía que al compañero le faltaban las fuerzas. Siempre sonriente, siempre locuaz y muy campechano, Higinio se convirtió en una institución de mi camino y del camino de todos los peregrinos amigos que hice en mi viaje. A algunos les faltaba la paciencia para aceptar horas de su compañía, y yo me retaba a mí misma a seguir a su lado sin desfallecer, aunque alguna vez le tuve que pedir que me devolviera mi tiempo y mi espacio, que la decisión de ser una peregrina solitaria había sido mía. Al final, todos tan amigos. Tan peregrinos.
Supe de Higinio una vez terminamos los dos el peregrinaje. Él me había adelantado y llegó antes a la meta, pero mantuvo la promesa tácita de protegerme, incluso en la distancia. Así que nos llamó varios días después de perderle el paso, y ya una vez fuera del recorrido. Su voz seguía fuerte, su seguridad en sí mismo seguía débil, pero sus ganas de proteger y de querernos a los pequeños seguían intactas.
A Higinio lo recordaré siempre. Creo que veía en sus ojos, también, los ojos pequeñines de un ave que anda un poco perdida pero no ceja su empeño en seguir buscando el camino y volar libre a pesar de todo.
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