No me gusta ir a la cama llorando. No me gusta porque tardo más tiempo en dormirme. Porque me acurruco como una bolita y no dejo que se me pase la angustia. Sigo pensando en eso que me hace llorar, hasta que al final, sólo el cansancio es capaz de regalarme el milagro del sueño. Anoche lloré en la cama. Había estado viendo, antes, Tierra y Libertad de Ken Loach y había estado reprimiendo las lágrimas la hora y media que dura la película. Me iba identificando, uno a uno, con todos los personajes, y cuando me entraban ganas de llorar, pensaba en otra cosa, espantaba los fantasmas. Pero al final, cuando los créditos y el comentario típico sobre la película, yo permanecí callada, con un nudo en la garganta. Sí, me había gustado. Pero no sabía por qué, la historia era tan horrible como todas las historias de guerra. O quizás lo era más. Por aquello de que gente con un enemigo común (el fascismo) se matase por luchar de una u otra manera, por ser miliciano o brigadista. Se me metió la pena en el cuerpo. Una pena tan grande como los años que hace de esa guerra. Setenta años de “paz”. Setenta años de represión han pasado. Y la pena mía es cada vez más grande, cada vez más dura y más inolvidable. No entiendo a los que han olvidado. Se olvidan de lo de hace cinco años: los cadáveres-sorteo. ¡¡Cómo no olvidar la tragedia de hace setenta!!
Dormí anoche con los ojos húmedos. Llorando porque nuestra realidad no es sólo la de aquella guerra. Sino la de ahora. Yo duermo caliente, con lágrimas en los ojos. Ellos, quizás en la calle, con los ojos secos ya del llanto.
4 comentarios:
Es curioso.. Anoche yo también me acosté tras ver 'tierra y libertad'.
¿Y lo hiciste con lágrimas en los ojos?
Un beso.
No llores, niña. O llora sí, pero sólo para limpiar la tristeza y dejarla convertida en sol radiante.
El bien es mayoría, pero se nota menos porque es menos ruidoso.
Recordar, sí, pero sólo para no repetir errores, nunca para insistir en dejar abiertas las heridas.
Olvidar, también, porque es la única manera de soltar, de volver a nacer (todas las veces que sea necesario y mientras sigamos vivos), de perdonar(nos). Esto lo aprendí en un país mío que se desangra de rencor, todos los días, desde que lo conozco.
No llores, niña. O sí, pero sólo un poquito. Hay que trabajar en seguir estando alegres porque es la única manera de ganar.
Un abrazo grande,
CGG-H @-->--
¿Se puede contemplar el lado trágico de la realidad, sea del tiempo que sea, sin llorar? Lo terrible sería no hacerlo. El llanto, cuando es comprensivo, cuando es solidario, nos dignifica, nos reconcilia con lo que somos, con lo que queremos ser. El problema es, más bien,que el llanto no basta, que cuando la intensidad del sentimiento baja, algo hay que hacer, además de recuperar la alegría.
Un abrazo muy fuerte. Y una sonrisa.
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