XI
Rubios, esbeltos mimbres, afilados
de luz, líquidos juncos siempre erectos,
persistencia en los chorros más perfectos
de las fuentes, a esgrima levantados.
Fustes de chopos nunca doblegados,
columnas de cipreses arquitectos,
redondos, duros, rígidos conceptos
de los viriles cactus comparados.
Se siente el hombre vértice y techumbre.
Mira abajo la mar y enfurecida
la espuma virgen que lo incita, huyendo.
¡Bajar de un salto, sí, mientras se encumbre
entre los poros esta espada urdida
de savia verde para herir ardiendo!
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