Esto me lo enseñó Antonio Sánchez Zamarreño. A Enrique le picó la curiosidad y la Casa de las Conchas nos la satisfizo a ambos.
I
Lloraba recio, golpeando, oscuro,
las humanas paredes sin salida.
Para marcarlo de una sacudida,
lo esperaba la luz fuera del muro.
Grito en la entraña que lo hincó, futuro,
desventuradamente y resistida
por la misma cerdada, abierta herida
que ha de exponerlo al primer golpe duro.
¡Qué desconsolación y qué ventura!
Monstruo batido en sangre, descuajado
de la cueva carnal del sufrimiento.
Mama la luz y agótala, criatura,
tabícala en tu ser iluminado,
que mamas con la leche el pensamiento.
RAFAEL ALBERTI
1 comentario:
Ola! Hoxe volvín recalar neste marabilloso recuncho. E que ben presta o ventiño mareiro que achega esta blog para unha galega afincada terra adentro. Bicos dende a longa cidade de pedra salmantina!!
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