II
Asombro de la estrella ante el destello
de su cardada lumbre en alborozo.
Sueña el melocotón en que su bozo
al aire pueda amanecer cabello.
Atónito el limón y agriado el cuello,
sufre en la greña del membrillo mozo,
y no hay para la rosa mayor gozo
que ver sus piernas de espinado vello.
Ensombrecida entre las lajas, triste
de sufrirlas tan duras y tan solas,
lisas para el desnudo de sus manos,
ante el crinado mar que las embiste,
mira la adolescente por las olas
poblársele las ingles de vilanos.
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