Realmente siempre habrá poesía.
Algunas veces me ha dado por dudar de este axioma. No sé muy bien por qué he llegado a dudar que no siempre habrá poesía, pero lo he dudado. Quizás ha sido mi vida, que no siempre me ha devuelto las sonrisas con poesía. Porque tampoco yo he sabido a veces lo que era la poesía. No la he visto cuando me envolvía y la he buscado fuera de los cuerpos, como si sólo en papel pudiera escribirse.
Hoy he encontrado la poesía en una coca cola. En realidad ha sido en dos coca colas. En Salamanca. En el Alcaraván. El Alcaraván en la cafetería de los amigos y de los enamorados. El Alcaraván es el mejor sitio de Salamanca donde tomarse un té americano, porque las dosis de canela son allí las más grandes. La poesía ha brotado de los dedos y las coca colas. El poeta se llama Víctor Balcells y lo escuché recitar una o dos veces en Salamanca. Entonces no me apasionó, pero ahora leo casi todo lo que cuelga (con bastante asiduidad) en su blog y hay cosas que verdaderamente me enganchan. Como su historia de las coca colas que se encuentran en el suelo del Alcaraván.
Es increíble cómo puede haber personas que, jugando con las palabras, que "como las putas, se parecen todas un poco", logren traer a las tardes de mayo algo diferente a la monotonía de las palabras, que aunque se parecen todas un poco, son siempre diferentes. Como el río de Heráclito. Como el alcaraván, cuyo vuelo siempre es distinto pero un poco parecido al anterior. Como el amor, si es que existe, como se plantea Balcells, que nunca es el mismo aunque proceda de los mismos labios. La poesía siempre se reinventa. Y es lo más bello de su esencia. Que siempre, cuando menos la queremos, nos sorprende en lugares tan insólitos como una coca cola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario