El domingo en uno de esos tiempos muertos de la tarde, miré hacia arriba en mi estantería de libros. Allí estaba, La Regenta, ese novelón que se me había atragantado durante tantos años y que cuando por fin decidí leerlo por mí misma, acabó por convertirse en una de mis lecturas favoritas. He de agradecerle mucho a Clara que me gustara tanto, ya que juntas interpretamos largos pasajes de la obra y buscábamos el componente erótico en cada página. Recuerdo, divertida, cómo Clara insistía en la escena de los churros con chocolate. A mí me había pasado inadvertida.
Volviendo a lo que estaba. Domingo aburrido de trabajo. Los ojos que se pierden en lo alto de la estantería buscando algo y ahí se aparece La Regenta. Con curiosidad decido buscar en Spotify la palabra "regenta" por si encuentro algún tributo a Ana Ozores entre las cientos de miles de pistas musicales que alberga el programa en cuestión. Y nada, no hay regentas musicadas, pero aparece Réagánta.
Cierro los ojos y me dejo mecer por una flauta que me evoca robles irlandeses, bosques magníficos en medio de la nada. Allí donde los seres más fantásticos salen de sus escondites y se mezclan con la vida real, con una pantalla de ordenador, los trabajos de unos chicos de secundaria, un paseo por Vetusta, y contigo, que dos días más tarde abres esta página esperando encontrar nosémuybienelqué y te encuentras con la magia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario