1 de abril de 2011

El derrumbe



Ayer al fin llegó el derrumbe. A veces sucede que pasan los días por nosotros, con sus cosas buenas y sus cosas malas y parece que no nos inmutamos. La enfermedad de la amiga, la distancia, la muerte cercana, la pérdida de confianza, el brillo del amor y la certeza de que sea imposible, la primavera, la pila de libros sin leer, la desconfianza, la añoranza, la pereza. Todo llega gota a gota y va conformando el día a día y nosotros lo asumimos con naturalidad. Lo bueno y lo malo. Sin una simple hora para pensar en ello, para reflexionar. Se nos viene la vida y se nos va al mismo tiempo y no demostramos casi la emoción de la pérdida o la ganancia.

Y ante los montones de cosas que nos pasan, de repente, un día explotamos. Llega el derrumbe. En forma de llanto, de rabia, de sueño prolongado, de un catarro primaveral, de necesidad real de escritura constante. Llega el derrumbe, lo vemos venir por fin y nos damos cuenta de todo lo que no habíamos visto hasta ese momento. Empezamos a entender los porqués, o mejor, empezamos a preguntarnos porqués. Y la sola presencia de la inquietud, de la necesidad de comprender, empieza a liberarnos de las cargas del día a día.

Llega el derrumbe y nos hacemos fuertes. También porque la mano amiga está cerca para fortalecernos. Y resurgimos. Y tras el derrumbe empezamos a dibujar los planos para volver a edificarnos. Porque el hueco de nuestra vida derrumbada no puede quedar vacío como el de esos edificios viejos que demuelen para construir centros comerciales que por falta de recursos económicos nunca llegan a existir. Nuestra vida es tanto más que todo eso que debemos ser grandes arquitectos, albañiles, artesanos de primera calidad. Nadie merece mejores condiciones en la construcción ni mejores materiales que nuestra propia vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta la frase: "Llega el derrumbe y nos hacemos fuerte". ¿Entonces los derrumbes son necesarios? Creo que la mayoría de las veces sí. Nos abren los ojos y nos hacen ver que debemos trabajar más y más. Hay que ver siempre el lado positivo de las cosas :)
Mil besos
(escuchando a JM Serrat: Ara que tinc 20 ans...)